LOS MEROLICOS
Nuestro mundo está salpicado de merolicos que nos venden todo tipo de soluciones para nuestras penurias. En los alrededores de la catedral de México hay merolicos que nos quitan las ganas de fumar y otros que nos ponen las ansias de hacer el amor. Hay un merolico que nos asegura que jamás volveremos a tener catarro si nos tomamos de un solo trago las botellita con sabor a ron, y hay otro merolico que nos vende un ungüento contra los sabañones tan irresistible que no hay sabañón que resista una sola frotada.
Pero los merolicos no son invento de la imaginación mexicana, sino que proliferan por todo el mundo y en el medievo anunciaban sus elíxires tocando un tambor y exhibiendo a un mono con las nalgas rapadas.
Iban y venían por la vida del ser humano los merolicos que se sabían todos los idiomas y conocían todos los cuentos. En Londres ví a un merolico que había pasado por Tepito, en donde había aprendido el arte de fabricar relojes japoneses, pero los merolicos más internacionales y más apreciables sobre la faz del mundo son aquellos que nos venden el cielo.
Bien sabemos que para cada grupo de ciudadanos, que pueblan esta tierra nuestra, existe un cielo muy especial que el merolico vende. Hay cielos renacentistas, con ángeles que tocan el arpa y cantan a cuatro voces; hay cielos escandinavos, severos y cejijuntos que entienden que la fe entra a trancazos, y hay un cielo para árabes que el merolico vende regalando a cada creyente un dromedario. Durante muchos años los rusos hablaron de un cielo para ateos al que sólo poblaban con nubes despobladas.
El cielo del cristiano lo venden los merolicos de muy diversas formas: hay un cielo mexicano de ángeles barrocos y otro cielo severo en el que los santos han sido previamente martirizados por los disidentes. En Nueva York conocí un cielo muy severo que sólo se convoca cuando se caen las torres más altas del país.
Hay ciertos árabes que sólo abren sus cielos a los terroristas que deben llegar pertrechados con su bomba y su fusil.
Podría yo seguir hablando de los distintos cielos con los que el merolico ha poblado la gloria, pero hoy me prometí ser discreto, ya que hay muchas personas que excluyen de su cielo a todos los que manejan ideas diferentes a las suyas.
Supongo que el día que el Gran Merolico unifique todos los cielos, el ser humano se habrá liberado de las grandes penurias que ahora nos afligen, pero me temo que ese día al que podríamos llamar de la Gloria Total está aún muy lejano.
Paco Ignacio Taibo I
La Otra Mitad
Selector.
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