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jueves, 25 de febrero de 2010

EL PABELLON ESTRELLADO ONDEABA EN LA CIUDAD DE MOCTEZUMA



RUMBO AL DESTINO MANIFIESTO (1800 – 1860)
(Fragmento)

Durante el domingo 10 de mayo de 1846, excepto dos horas que pasó en la iglesia, Polk –que no era sincero ni para estornudar- trabajó preparando el pretexto para taladrar  a la patria del  Gua- temozín. Hacia el mediodía del lunes mandó al Congreso el mensaje de guerra. Con imponente dosis de cinismo manifestaba: “México ha cruzado nuestro territorio y derramado sangre norteamericana”
            No faltaron compatriotas que condenaran la impostura . Un joven diputado por Illinois, llamado Abraham Lincoln,  presentó ante la Cámara de Representantes las llamadas “Resoluciones acerca del Lugar” (Spot Resolutions), en las que le pedía al gobierno que señalara exactamente  en dónde se habían realizado los actos hostiles, “y si estos habían sido  o no provocados por un cuerpo de americanos armados enviados allí”. No había escapado a su inteligencia  campesina el embuste de Polk. “Sospecho –dijo- que el Presidente está tan profundamente convencido  de hallarse en el lado incorrecto,  que siente que la sangre de esta guerra lo denuncia al cielo como la sangre de Caín y Abel”. El primer orador de su tiempo, Daniel Webster, alegó en el Senado: “La guerra ha sido promovida por el presidente. México es la parte  ofendida, nosotros hemos descargado el primer golpe” Henry Thoreau –siempre inmune a las lacras del medio-, declaró: “Nuestro país no es el invadido, sino el invasor”. Hasta un expansionista como John Quincy Adams tuvo que reconocer  que en el conflicto “las banderas de México eran las de la libertad”. Con la ruda franqueza del soldado, Ulysses Grant –que fuera protagonista de los sucesos- confesó en sus memorias (Personal Memories of U. S. Grant): “No creo que nunca haya habido  una guerra más malvada que la librada por Estados Unidos contra México…, las tropas fueron enviadas a la frontera  para provocar la lucha”.
            Por 85 votos contra 81,  el Congreso emitió una declaración  en contra de los artífices del matadero: “Es una guerra innecesaria e inconstitucional comenzada por el presidente de los Estados Unidos”. Aceptar el “pretexto” hubiese sido tan despistado  como creer que la lucha de los griegos  con Troya fue por Helena (el mito de la belleza), y no por el juego del poder buscando una excusa  para someter al vecino. La conspiración del brazo esclavista fue denunciada por el poeta James Russell Lowell con versos de este contenido:

            Que griten la tonada de la Libertad
            Hasta quedar con la cara morada:
            Esto es un grande, enorme cementerio
            Del derecho de nuestra raza;
Solo quieren esa California
Para  meter más estados de esclavos,
Para engañarnos y burlarse de nosotros
Y saquearnos por completo.

El ejército invasor –infame que fue rival del terremoto- emprendió el camino que  más de tres siglos antes  había seguido Hernán Cortés con sus capitanes saqueadores. La población mexicana  creció en heroísmo ante el bombardeo invasor. En Matamoros, Monterrey, Puebla, los guardianes nacionales y los niños héroes de Chapultepec grabaron episodios imborrables de sacrificio patriótico. Después de una carnicería en Molino del Rey y de la toma de la capital, unas pocas manos tristes y temblorosas izaron la bandera blanca. El 3 de septiembre de 1847, el pabellón estrellado ondeaba en la ciudad de Moctezuma, donde el lago legendario guarda los secretos  de la cultura maya – tolteca.
El 2 de febrero de 1848, se firmó el Tratado de Guadalupe – Hidalgo - un típico convenio donde el lobo impone su ley  y el cordero obedece y cumple- por el cual el lindante sometido  por las armas, cedía las actuales demarcaciones de California, Arizona, Nuevo México, Nevada, Utah, parte de Colorado y Wyoming, reconociendo, además, el anterior saqueo de Texas. Una enorme superficie igual a Portugal, España, Francia, Italia y Alemania juntas. Polk anotó en su diario: “Yo pediría más territorios…”

Rafael San Martín
Biografía del Tío Sam
Editorial Ciencias Sociales.

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sábado, 7 de noviembre de 2009

BASES MILITARES DE EU EN COLOMBIA

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A los señores Ministros Plenipotenciarios de Colombia en el Congreso de Panamá (Don Pedro Gual y General P. Briceño Méndez)

Lima, 11 de agosto de 1826

Estimados amigos:

Después de escrita la anterior del 8 he estado meditando con mucha atención sobre la liga federal y la liga militar que proponen algunos de los estados de América. Pienso que la primera no será más que nominal, pues un pacto con un mundo entero viene a ser nulo en la realidad por lo mismo, ya que los mexicanos quieren una liga militar, yo soy de opinión de que la formemos entre Colombia, Guatemala y Méjico, que son los únicos estados que temen ataques por parte del Norte.

El Perú y Bolivia no dejarán de auxiliar a Colombia, a causa de los servicios que le deben; y así, aún cuando no sean partes constituyentes de esta liga, poco importa.

El tratado que hemos concluir con Guatemala y México debe contener las siguientes estipulaciones:

1ro.. Que se le dé a España un plazo de tres o cuatro meses para que decida si prefiere la continuación de la guerra a la paz.

2do. En estos cuatro meses ha de verificarse el armamento y reunión de la escuadra y ejército federal o de la liga, como lo quieran llamar.

3ro. Que el ejército no bajará de 25,000 hombres; y la escuadra de treinta buques de guerra. Estos serán cuatro navíos de línea, ocho grandes fragatas, ocho fragatas menores y el resto entre corbetas, bergantines y goletas.

4to. Cada estado pagará lo que estipulare para la mantención de su contingente, tomando para ello los arbitrios que juzgue conveniente.

5to. Cada gobierno debe mandar su contingente, pero de acuerdo con los demás, y con la mira en un plan dado.

6to: Este plan se fundará: 1ro., defender cualquier parte de nuestras costas que sea atacada por los españoles o nuestros enemigos; 2do., expedicionar contra La Habana y Puerto Rico; 3ro., Marchar a España con mayores fuerzas, después de la toma de Puerto Rico y Cuba, si para entonces no quisieran la paz los españoles.

7mo. En los casos de reunirse fuerzas marítimas o terrestres, puede estipularse la condición de que el oficial más antiguo mande en jefe; pero si los confederados de Méjico y Guatemala no quisieren aceptar esa condición, Colombia puede ofrecerles, por generosidad, el mando, sea en tierra o sea en el mar.

Si los mejicanos y los de Guatemala quieren entrar en esta liga, creo que Vds. deben concluirla inmediatamente aun cuando no tengan instrucciones del ejecutivo; pues yo estoy resuelto a aprobarla luego que llegue a Colombia e influir en que el Congreso la ratifique. Digo más; si los de Méjico y Guatemala prefieren otras condiciones a las que yo he indicado, deben también admitirse con tal de que haya una liga marítima y terrestre con las miras de defender el territorio de los aliados. También creo que el ejército no debe de bajar de 20,000 hombres y la escuadra debe ser igual, por lo menos, a la de los españoles de América, siempre con la idea ostensible de tomar la Habana y Puerto Rico. Me extenderé aún: si en el tratado salimos perjudicados por la desproporción del contingente, debemos sufrirla para no encontrarnos solos en esta lucha; pues al cabo Colombia sola tendrá que combatir.

Guatemala y Colombia pueden contribuir con la mitad del ejército, de la marina y de los gastos; y la otra mitad Méjico, que tiene doble riqueza y doble población que Colombia. Guatemala de ningún modo equivale a Colombia; por consiguiente la ventaja es para Méjico, que tiene un millón de habitantes más que las otras dos repúblicas contratantes.



Simón Bolívar

Documentos

Colección Literatura Latinoamericana.

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