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domingo, 22 de noviembre de 2009

¿QUÉ LES PODRÍA ESPERAR?





EL CONTRATO COLECTIVO DE LOS ELECTRICISTAS
Publicado en Punto, México, 23 de enero de 1984.
(Fragmento)


La huelga electricista de 1936 concluyó con la victoria de los trabajadores, lo cual consolidó las posiciones alcanzadas por el movimiento obrero en las grandes luchas del año 1935 y primera mitad de 1936, fortaleció a la recién fundada CTM (de la cual el SME todavía formaba parte) y confirmó el lugar de vanguardia que los electricistas, particularmente los de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, ocupan en el sindicalismo mexicano prácticamente desde la fundación del SME, en el momento más alto de la revolución mexicana: el 12 de diciembre de 1914, en el Distrito Federal, cuando la ciudad estaba bajo el gobierno  de la Convención y bajo el control militar  de los ejércitos campesinos de Villa y Zapata. El contrato conquistado en 1936 por el SME sirvió de pauta  para las demandas y contratos de otros  sectores de trabajadores.
            Así como en Estados Unidos el contrato de los obreros de la industria automotriz es el que marca las líneas y los límites de los demás conflictos en cada temporada de contratación y renovación salarial, en México esa función orientadora –casi diríamos rectora- la cumple la renovación contractual  de los electricistas.
            Contra todo esto –nada más y nada menos-, va dirigido ahora el asalto de la empresa eléctrica, cuando pretende declarar obsoleto, superado e inoperante el contrato colectivo de 1936, a cuya estructura básica han ido agregándose conquistas parciales logradas por los trabajadores en contrataciones sucesivas.
            El sindicato ha visto el alcance de esta ofensiva. En su respuesta del 16 de enero, el SME declara que el documento de la compañía constituye:

(la) punta de lanza de un proyecto que, de prosperar,  sería el inicio de una brutal embestida en contra de la clase trabajadora del país, de sus derechos y conquistas, y un retroceso en el régimen de contratación colectiva y por ende  en violación flagrante del Artículo 123 constitucional.

El SME afirma que “es motivo de orgullo que la estructura de nuestro contrato data de 1936, producto de una larga y dura lucha sindical que se materializó en condiciones propicias del mandato presidencial de Lázaro Cárdenas.
La actual pretensión de la empresa, dice:
          
…rebasa las más ambiciosas que pudiera haber abrigado cualquiera de nuestros antiguos patrones extranjeros o alguno de sus actuales émulos. Se pretende, nada menos, que romper la estructura de nuestro contrato colectivo. Y la tesis que se maneja (que estorba el funcionamiento  de la empresa), nos llevaría, de aceptarla y por reducción al absurdo, a la conclusión de que el funcionamiento ideal  de toda empresa debería ser: Sin contrato colectivo que estorbe ni sindicato que moleste.

La respuesta sindical rechaza la propuesta de aumentar indiscriminadamente el número de empleados de confianza y por esa vía debilitar al sindicato y prevé, con razón, los alcances generales que puede tener  para el movimiento obrero mexicano esta agresión contra los electricistas del SME:

Si se lograra agredir a un  sindicato como el nuestro, que tiene la fuerza que da el control eléctrico del centro del país; que posee la fortaleza que le da  su democracia interna; que ostenta el prestigio y la tradición de participar en todas las luchas  que por la libertad, el progreso, la paz y la democracia se han dado y se dan desde nuestro mantenimiento como organización del país, ¿qué les podría esperar a las organizaciones obreras hermanas?

En estos términos está planteado el conflicto y el tono de alarma de la declaración sindical no es en absoluto injustificado.


Adolfo Gilly
México. La Larga Travesía.
Editorial Nueva Imagen.


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domingo, 11 de octubre de 2009

LA CUESTIONADA VICTORIA



CAMBIO DE PIEL: LOS SECTORES Y EL PROYECTO MODERNIZADOR DE SALINAS.
(Fragmento)

El sindicalismo oficial mexicano podrá haber costado caro a los gobiernos en turno pero proveyó un bien preciado por todos: estabilidad. Hasta antes de Fox, todas las reformas estructurales en el país contaron con su irrestricto apoyo público. Por supuesto, en los mecanismos del régimen de la alternancia ha disminuido su eficiencia: son menos sus agremiados y más flojo el control que se ejerce sobre ellos. Si algunos de sus sectores mantienen lealtades es, como dice Mussachio, “porque participan del sistema de canonjías que implica el charrismo que siempre ha manejado tanto el garrote como la zanahoria”
Con información obtenida mediante el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) el periódico Reforma publicó una nota donde describía la forma que pueden tomar ese tipo de zanahorias: las comisiones sindicales. Las disfrutan 17 mil 834 empleados del gobierno federal. Dependiendo de la tares que el sindicato les asigne pueden ausentarse de su trabajo, con goce de sueldo, de una semana a 4 años. Los encargos van desde la atención de asuntos jurídicos del gremio hasta la promoción de actividades recreativas. El número de beneficiados equivale a los empleados que tiene la Secretaría de Salud. Si no quedó sorprendido, tenga a bien saber que es absolutamente legal. Así lo establece el artículo 43 de la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado.
Ahora bien, los favores tienen sus límites y en la política mexicana reina la reciprocidad. El control de los obreros fue recompensado. En el sexenio de Miguel de la Madrid hubo 3 gobernadores cetemistas (comparado con 1 en el de Zedillo) y la central obtuvo el mayor número absoluto de diputados en su historia. Ahora, cumplidas sus obligaciones con el Estado como dirigentes sindicales, aún faltaban las que tenían como líderes priístas: ganar comicios. Sin embargo, desde 1988 quedó en entredicho el voto corporativo. Antes de las elecciones los sectores prometieron 20 millones de sufragios para el PRI (“Nosotros y nuestras familias somos cetemistas”). Para su mala fortuna, en sus focos de influencia (comunidades campesinas en un caso o unidades habitacionales de la CTM en otro) no se reflejó su promesa.
Es importante tomar en cuenta lo anterior para entender las medidas espectaculares con que Carlos Salinas inauguró su sexenio. Nos referimos a la aprehensión de Joaquín Hernández Galicia “La Quina” y a la caída de Carlos Jongitud Barrios, ambos líderes morales del sindicato petrolero y el sindicato de maestros respectivamente. Se ha visto en estos actos una estrategia para legitimar con el ejercicio del poder la cuestionada victoria de Salinas en las urnas.

Alejandro Trelles / Héctor Zagal
Anatomía del PRI. Claves para entender a Roberto Madrazo.
Plaza Janés.
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