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jueves, 21 de enero de 2010

ESTAMOS SALIENDO DE LA CRISIS: CALDERÓN Y EL SECRETARIO DE HACIENDA





EL HACENDISTA

            Don Desiderio Papús Garriga, cabeza visible de familia numerosa, se había pasado la existencia tratándole de buscar una raíz científica  al hecho –sucesivo e inexplicable- de llegar todos los meses a fin de mes.
            -¡Ah, si no fuera por la inflación!- le decía a su señora, doña Eleuteria  Cotobás de Papús- ¡Si no fuera por la inflación te juro que nos inflábamos!.
-Ya, ya, ¡Mira tú que esto de la inflación! También es lata ¿eh?- le contestaba doña Eleuteria, que era igual que un asno, solo que menos fuerte
            Don Desiderio, que tenía cierta fama de sabio entre  sus amigos, estuvo durante muchos años tratando de corregir las cosas desde arriba o, como él decía, intentando luchar contra el mal en su origen; pero los años, al demostrarle que todo iba siendo posible menos  que lo nombrasen ministro de hacienda, le restaron ambiciones, y le fueron forzando, poco a poco, a experimentar  sus conocimientos en su propio hogar.
            -¡Allá el país!- Decía don Desiderio Papús. -¡El se lo pierde!
            Don Desiderio Papús, decidido  ya a levantar sus teorías en su tercero interior derecha,  reunió un día memorable, a eso de la una y media, a sus siete vástagos y les dijo:
            -Hijos míos, los tiempos están malos para todos. Son aún muy jóvenes para conocer la mecánica  de la inflación; pero yo os aseguro, bajo palabra de honor, que con esto de la inflación va a llegar el día  en que nos tengamos que ir a la cama sin cenar. ¿Os dáis cuenta, débiles criaturas, lo que supone ir a la cama con la panza vacía? ¿Lo ignoráis? Yo, que tengo el sacrosanto deber de instruiros, os lo voy a decir. Irse a la cama en ayunas significa, muchachos,  el insomnio, la acidez de estómago, el nerviosismo, la mala uva, la desazón, el albergar en nuestras mentes los más negros y siniestros pensamientos  y, por ende, el fuego eterno.
            La voz de don Desiderio Papús había adquirido una lúgubre e  imprevisible gravedad.
            -Hay que ver, ¿eh?- dijo Desiderito, el mayor, un doncel que no brillaba por sus luces.
            -Pues sí, hijo mío, sí !Hay qué ver!
            Los siete retoños de don Desiderio –Desiderito, Eleuteria, Santitos, Cirilín, Obdoncín, Tainita y Cosmecillo, el benjamín de la troupe, que  se había quedado algo lelo de una  paralís que le dio a consecuencia de  un mal aire – respiraron fuerte, mitad de susto, mitad de agradecimiento. Don Desiderio, esa es la verdad, nunca  había estado tan locuaz con ellos.
            -Pues sí, niños, sí- continuó don Desiderio-; conviene estar preparados para los más duros embates; es necesario que nos pertrechemos  para la posteridad. El espíritu del ahorro  ha de despertarse en vuestros corazones, porque Ya es sabido que el ahorro, , no sólo es el  báculo de nuestra vejez, sino también…
            -¡Hay que ver! ¿Eh? Interrumpió Desiderito.
            -Gracias hijo- susurró don Desiderio, para añadir en voz alta -: Ya veo que me entendéis. Yo quiero haceros una proposición. No es un mandato de padre, sino una propuesta de amigo. Dentro de media hora mamá nos llamará a comer. Nos sentaremos en torno a la mesa e ingeriremos los pobres manjares que constituyen nuestro sustento. Y bien: ¿qué habremos salido ganando? Pues unos cientos de calorías que,  guardando un poco de reposo, no necesitamos para nada. Estémonos quietos y ahorremos fuerzas  y energías, al par que dinero.
Don Desiderio Papús Garriga, carraspeó un poco.
            -Al par que dinero, sí; porque al que no quiera comer y se  vaya  a dormir la siesta –esto es algo, naturalmente, absolutamente, voluntario- le haré entrega,  en el acto, de  pesetas cinco.
            Un movimiento de estupor corrió por el grupito de las criaturas. Don Desiderio –buen psicólogo- aceleró el ataque:
            -¿Alguien opta por el duro? Los que opten por el duro que levanten el dedo.
            Salvo Cosmecillo, el tonto, los demás hijos optaron por el duro. Don Desiderio, con un gesto de noble patricio, repartió seis duros y seis besos entre los hijos ahorradores, y se sentó a la mesa con la esposa y el niño pequeño.
            -¡Que ambiente más despejado! ¿Verdad, Eleuteria?
-Sí, Desi, muy despejado. Pero, ¿qué te propones? Te aseguro que los niños no se comen un duro cada uno.
-No seas tonta, ya verás. Tú lo único que tienes qué hacer, es evitar que salgan a la calle, ¿me entiendes?
-No; ¿por qué no quieres que salgan a la calle?
Don Desiderio bajó la voz-
-¡Chist! ¡Calla! ¿Sabes por qué?
-No.
-Pues porque, a lo mejor, al salir a la calle, la señora del entresuelo les da de merendar.
-No entiendo
-No te preocupes y obedece.


La tarde transcurrió con dulzura. Los niños, con la barriga  vacía, ni saltaron, ni jugaron a la  pelota, ni hicieron ruido. Los angelitos, acariciando su duro, pensaban en la hora de la cena
-Mamá, ¿qué hora es?
-Las cinco y cuarto. Pero, ¿qué te pasa, hijo, que no  haces más que preguntarme la hora?
Y la hora de la cena, a fuerza de paciencia, llegó, como llega todo en esta vida. Y con la hora de la cena, una breve arenga de don Desiderio Papús Garriga, hacendista.
-Hijos míos, vamos a cenar. Pero los tiempos están difíciles, ya sabéis, muy difíciles incluso. Nunca he pedido vuestra ayuda; pero hoy –a don Desiderio se le escapó un gallo de emoción-, hoy, hijos míos, o me dais un duro cada uno, o aquí no cena ni el apuntador.
Don Desiderio terminó su frase con cierta excitación. Excitación infundada, ¡Bien lo sabe Dios!, por que los seis niños, sin una sola excepción, después de ahorrarle la comida, le devolvieron su duro.
¡Si a don Desiderio le hiciesen algún día ministro de hacienda!

Camilo José Cela
El Espejo y Otros Cuentos
Espasa – Calpe, S. A.


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miércoles, 23 de diciembre de 2009

LOS GOBIERNOS ESTAN DOMINADOS POR EL MIEDO




LAS BOMBAS SILENCIOSAS DEL HAMBRE
(Fragmento)

Adolfo Pérez Esquivel (APE): Creo que los gobiernos conocen la gravedad de la situación. Yo vengo de Argentina, un país surrealista, un país que  en este momento está sufriendo una crisis tremenda  porque el modelo económico neoliberal cayó en bancarrota y redujo a la miseria a un pueblo rico. Mientras los gobernantes se sometieron a la especulación financiera y ya se agotó un viejo modo de hacer política, el pueblo decidió protestar por esta negligencia, contra supuestos líderes, que de hecho, no son capaces de darle una respuesta  a la gente, porque los gobiernos  están dominados por el miedo, y sobre el miedo no se puede construir nada

Gianni Miná (G.M.): ¿Quién les provoca ese miedo a los gobiernos?

A.P.E. : El gran imperio,  el Fondo Monetario Internacional, el gobierno de los Estados Unidos, que de nuevo está militarizando  América Latina. Como si fuera poco, este poder concentrado  pretende obligarnos a los argentinos a entrar al Area de Libre Comercio de las Américas (ALCQA), para destruir nuestras fuerzas productivas y después regalarles nuestro mercado  a las empresas norteamericanas. Este plan, en su estructura hegemónica, significa la recolonización de América Latina, y por eso ya está preparando sus tropas.

G.M.: ¿Pero es posible que un país como los Estados Unidos, durante muchísimo tiempo abanderado de la democracia, haya tomado una decisión tan extrema, hasta parecerse talibán en su modo de comportarse?

A.P.E.: Los extremos se tocan. Bush es tan fundamentalista como Bin Laden.

G.M. : Fundamentalista del neoliberalismo

A.P.E. : Claro, del neoliberalismo. Me refiero justamente al 11 de septiembre de 2001. Estaba aquí con el gobernador del estado  de Río Grande do Soul, para lanzar la convocatoria a este segundo  Foro Social Mundial. El día en que se hizo el atentado contra las Torres Gemelas, salió una noticia que nadie tomó en consideración y que los grandes medios lisa y llanamente ignoraron por completo: la FAO dio a conocer  que más de 35,600 niños iban a morir de hambre ese mismo día, como sucede todos los días. Pero ese exterminio no conmovió a nadie. Las reacciones de los gobiernos estaban  todas concentradas en la tragedia de las Torres Gemelas, porque habían atacado el corazón del imperio.

Gianni Miná entrevista al Premio Nóbel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel.



Gianni Miná
Un mundo mejor es posible
Ediciones Unión.


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sábado, 5 de diciembre de 2009

EL MONOPOLIO DEL DOLOR Y LA MUERTE




DROGAS Y MORAL




Siempre me parecieron ingenuas o hipócritas, según de quien vinieran, las condenas morales a los llamados “sacadólares”. Un capitalista, si tiene un punto de vista sano y sólido para su negocio –y si no lo tiene, irá a la quiebra, es decir, al mal-, debe invertir su capital allí, donde este le rinda más ganancias o se encuentre más seguro. Si los capitales mundiales fluyen hoy hacia Estados Unidos, no es razonable esperar que no lo haga una parte de los del vecino mexicano. La única manera efectiva de que esos dólares no se vayan es ofrecerle estímulos o imponerle penas que hagan más costoso irse que quedarse.. pero ni estímulos ni penas tienen nada que ver con la moral, pese a que la idea cristiana del cielo y del infierno nos quiera convencer de lo contrario.

Por esta misma razón, si existe un mercado rendidor, donde se obtiene una tasa de ganancia superior a la media, para una mercancía llamada “drogas” o para otra mercancía denominada “armas”, es normal que a esas ramas de la producción afluyan capitales en busca de ganancias. Un miembro del parlamento británico justificó, no hace mucho, la explotación comercial de instrumentos de tortura, con el argumento de que existe un mercado para tales productos y que si Gran Bretaña no lo aprovechaba, no por eso se dejaría de torturar: simplemente los clientes acudirían a otro abastecedor, los capitales ingleses perderían un mercado de exportación y la balanza comercial se deterioraría. Razonamiento impecable desde el punto de vista del capital. Del mismo modo, el Estado de Israel justifica el haberse convertido en uno de los mayores exportadores de armas, especialmente a las dictaduras latinoamericanas, diciendo que esa exportación es vital para su balanza comercial y que todas las grandes potencias lo hacen. Lo cual también es verdad. Pero si a algún Estado se le ocurriera aplicar el mismo argumento con respecto a la mariguana, a la coca o a las amapolas, las voces de condena no tendrían fin.

Pregunta: ¿qué es más dañino para la salud y produce más sufrimientos y muerte en el mundo contemporáneo: las armas, la tortura o la droga? No lo sé, y dudo que haya estadísticas públicas al respecto.

No faltará a esta altura quien sospeche que estoy justificando el tráfico de drogas. No, está prohibido ser tan tonto. Lo que estoy diciendo es que quienes exportan dolor y muerte bajo la forma de aviones, helicópteros, tanques, napalm (porque no se trata aquí de pistolas, rifles y escopetas de caza) y además instrumentos y técnicas sofisticadas de tortura, son extremadamente cínicos al poner el grito en el cielo por un tráfico en el cual, además, no pocos de ellos son también consumidores. El colmo de la hipocresía me parece armar un escándalo moral porque había 10 mil campesinos cultivando mariguana en Chihuahua y olvidarse de que hay cientos de miles de obreros fabricando en Estados Unidos las armas y los cohetes nucleares, intercontinentales y espaciales que nos destruirán a todos.

Pero si se escandalizan, no es sólo por la hipocresía connatural a su oficio de príncipes cristianos (manes de Maquiavelo…) También son coherentes con sus principios. Entre el comercio de armas de destrucción masiva y de instrumentos y técnicas de tortura, y el tráfico de drogas, hay una similitud y una diferencia fundamentales. La similitud consiste en que los tres constituyen inversiones de capital rentables en el mundo contemporáneo. La diferencia reside en el otro extremo del ciclo del capital; no en los productores de dichas mercancías, sino en sus consumidores. Son los Estados o sus equivalentes quienes, casi exclusivamente, adquieren ese tipo de armas y de instrumentos. Son los particulares, en cambio, quienes adquieren las drogas.

Y como desde que lo dijera Trotsky ante sus jueces zaristas en 1906 y lo retomara después Max Weber en sus escritos, todos sabemos que el Estado, por definición, detenta el monopolio de la violencia legítima, resulta natural que esos hombres de Estado permanezcan impasibles ante el tráfico de esos instrumentos de destrucción, tortura y muerte masiva (lo cual me parece muy mal), y en cambio se indignen ante el tráfico de ese medio de dolor y muerte privada que es la droga ( lo cual me parece muy bien, pero al mismo tiempo, en ellos, cínico y amoral). En otras palabras, los gobiernos se reservan el derecho y el monopolio de sembrar, según sus intereses (que ellos dicen son los de sus pueblos…), el dolor y la muerte, y entonces también de utilizar las drogas cuando ellas sirven a sus razones de Estado, como suele suceder con excesiva frecuencia.



Adolfo Gilly
México. La Larga Travesía.
Editorial Nueva Imagen.


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jueves, 29 de octubre de 2009

NO TIENEN CONFIANZA EN EL GOBIERNO


NUESTRO SEÑOR C.
ANOTACIONES DE RARUS
(Fragmento)

Subida de precios, huida de capitales. Una medida de trigo cuesta un denario y medio. En junio costaba un denario. En cada barco que parte se van cargamentos de oro y plata. Sin embargo la cosecha siciliana ha sido magnífica este año.
Hoy, en la hora de recibo de los clientes, oí a uno de nuestros agentes marítimos que decía, a propósito de la huida de capitales:
-Los lingotes de oro se aprietan la túnica alrededor de sus robustos miembros y suben sombríamente a los barcos. No tienen confianza en el gobierno. ¿Pero, el del señor Cicerón no es acaso un gobierno puesto por la City misma?

Bertolt Brecht
Los negocios del seño Julio César
Seix Barral.
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jueves, 27 de agosto de 2009

SON INVISIBLES




LOS SEMAFORISTAS

(Fragmento)


He escrito acerca de los semaforistas en más de una ocasión. En ocasiones unas líneas; otras veces, unos párrafos. Incluso, he incluido una definición, por supuesto, arbitraria, acerca de ellos en el Diccionario de las infamias del ser humano.

Semaforista. Habitante del antes llamado tercer mundo que sobrevive alrededor de los semáforos de las grandes ciudades y que retrasa su muerte por lo que ahí vende. La mayoría es producto del desempleo, fruto de la rapacidad de políticos y retrato del fracaso de políticas neoliberales.

Regreso el 26 de agosto de 2009 a los semaforistas. Imposible no hacerlo. Han aumentado en número. Se ha incrementado en los semáforos la oferta de productos y de servicios y se ha diversificado la población que ahí labora. Los semaforistas crecen y se multiplican en forma directamente proporcional a la incapacidad gubernamental de generar empleos y a las necesidades que tienen ellos y sus familias de sobrevivir, y aumentan en forma inversamente proporcional a la ética y al compromiso social de los políticos.

Para el gobierno son invisibles. Son más desechables incluso que los indígenas, pues son un conglomerado amorfo sin identidad y sin presente. Sólo comparten pasado: el del expolio y el olvido por parte de la nación mexicana. Ahí esta la clave: para el gobierno y para los políticos, sobre todo para los petimetres –la mayoría–, son invisibles.

No exagero. Muchos semaforistas, sobre todo los que acceden a las grandes urbes desde el campo, sobreviven de milagro. Y, a pesar de eso o, más bien, quizás por eso, su presencia favorece al gobierno: son seres invisibles, no forman parte de ninguna de las listas gubernamentales, se mantienen gracias a su oficio, y, al no contar con una historia común, es imposible que se unan para protestar. Si algún estudioso afirmase que al gobierno le conviene la presencia de los semaforistas yo apoyaría su tesis.

El 26 de agosto habrá menos semaforistas que el 27 de agosto. Los políticos, y las políticas mexicanas de ambos días, son casi idénticos. Salvo porque el color de los escudos de los partidos es distinto, la ineptitud y la corrupción de nuestros políticos es casi igual, aunque, existe una diferencia: siempre corremos el riesgo de empeorar.


Arnoldo Kraus. Nota completa en:

http://www.jornada.unam.mx/2009/08/26/index.php?section=opinion&article=018a2pol


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