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martes, 2 de marzo de 2010

ESTOS PRIMEROS CRISTIANOS




LA SECTA DE LAS SORGUIÑAS
(Fragmento)

            Desde hacía algún tiempo, todos los rincones de la tierra labortana y navarra estaban llenos de sorguiñas. En  las dos vertientes del pirineo vasco, desde Fuenterrabía hasta El Roncal y desde Bearn hasta  Hendaya, las hechiceras  imperaban, mandaban, curaban y hacían sortilegios.
            ¿Qué eran estas sorguiñas? ¿De dónde procedía su ciencia y su poder?
            Para algunos, era la suya  la clásica brujería de los romanos, llegada al país vasco por intermedio del Bearn; para otros tenía esta secta reminiscencias de antiguas prácticas religiosas de los euscaldunas.
            Como en todas las zonas selváticas de Europa no dominadas por la ideología  del semitismo, en el país vasco existía un culto en donde la mujer era sacerdotisa: la sorguiña. En las religiones africanas nacidas en el desierto, el  hombre es el único oficiante, el profeta, el salvador, el mesías, el mahdi. La mujer está  relegada al harén, la mujer es un vaso de impurezas, la mujer es un peligro; en cambio, en las regiones de las selvas europeas, la mujer triunfa, es médica, agorera, iluminada; se sienta sobre el sagrado tríopode, habla en nombre de la divinidad y se exalta hasta la profecía.
            En los cultos semíticos, la mujer aparece siempre proscrita de los altares, siempre pasiva e inferior al hombre; en cambio, en las religiones primitivas de los europeos, aun en aquellas  más pobres y menos pomposas, aparece la mujer grande y triunfadora. En la vida resplandeciente de los griegos es sacerdotisa y sibila; en la vida oscura y humilde de los vascos es sorguiña.
            La hostilidad del semita por la mujer se advierte en los primeros cristianos; para los evangelistas, María tiene una importancia secundaria; en el suplicio de Cristo no se indica su presencia en las relaciones de San Mateo, de San Lucas ni de San Marcos; ninguno de ellos habla de sus dolores de Madre, ni cita la fecha de su muerte.
            Estos primeros cristianos, de raza judía, no tuvieron, no pudieron  tener el culto de la Virgen; fue necesario que el cristianismo  tomara carácter europeo, se injertara en una raza politeísta, que había adorado a Venus, a Ceres y a Minerva, para que glorificase a la Madre de Dios.

Pío Baroja
La dama de Urtubi
Conaculta.

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domingo, 27 de septiembre de 2009

CON LA PANZA LLENA





¿POLITICA CRISTIANA?

(Fragmento)


En febrero de 1977, un sacerdote conservador fue nombrado arzobispo en un pequeño país hermano de México. El hombre era modesto y bueno, y conservador. No se esperaba gran cosa del nuevo prelado afecto a los libros de teología. En cuestión de meses, de semanas, su responsabilidad en un país muy pobre y trastornado por la violencia lo transformó. En su conversión, el arzobispo de San Salvador, Óscar Romero, tomó la medida de la tragedia que significaba la pobreza en su país. Vio con nuevos ojos a los niños que morían de disentería y a los pueblos devastados por la malnutrición, la falta de trabajo y la desesperanza.

No tardó en identificar las causas políticas y económicas de esta “ciudad de la injusticia y del odio” y dedicó los tres últimos años de su vida a los pobres. De cierta manera, su historia es demasiado clásica, es sólo otra historia de santos. Santo y mártir, puesto que su conversión le valió ser asesinado en su catedral, al pie del altar. Al decir santo, anticipo una decisión de la burocracia vaticana, pero la causa de su beatificación está abierta y muy seriamente documentada.

Dos años después, cuando el Papa polaco vino a Puebla en 1979, todos los obispos de América Latina reunidos en esta ciudad proclamaron: “Del corazón de América Latina, un grito sube a los cielos, siempre más fuerte, siempre más imperativo. Es el grito de un pueblo que sufre, el grito de los pobres”. Y los obispos intitularon uno de los capítulos de su documento: “La opción preferencial por los pobres”.

En 1986, cuando los obispos de Estados Unidos publicaron su pastoral sobre la economía, retomaron la opción preferencial por los pobres como base de su análisis de la situación en el país más rico y poderoso del mundo. En 1994 volvieron a recordar que “nuestras comunidades parroquiales están juzgadas en función de su servicio para ‘los más pequeños’, los que pasan hambre, que no tienen un techo, sin trabajo, enfermos, los que se encuentran en la cárcel, los extranjeros”.

¡Hermoso programa! Programa machacado por Juan Pablo II y por Benedicto XVI. Bien lo dijo el gran teólogo alemán Jürgen Moltmann: “Leer la Biblia con los ojos del pobre no es lo mismo que leerla con la panza llena. Cuando se lee a la luz de la experiencia y de las esperanzas de los oprimidos, los temas revolucionarios de la Biblia, la promesa, el éxodo, la resurrección y el espíritu toman vida”.


Jean Meyer. Nota completa en:

http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/45589.html

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