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jueves, 4 de marzo de 2010

DE SESENTA MENORES QUE ESTUDIABAN CATECISMO



IGLESIAS EN CRISIS Y DERECHO HUMANOS
¿QUÉ TAN GRAVE ES EL PROBLEMA?
(Fragmento)

En México, el país con mayor concentración de católicos  en el continente después de Brasil,  el Departamento de Investigaciones sobre Abusos Religiosos (DIAR), organismo no gubernamental de defensa de los derechos humanos, publicó en mayo  de 2002 los resultados de un estudio de 280 denuncias contra ministros y líderes de diferentes denominaciones y religiones. Del total, treinta y cinco por ciento  son agresiones sexuales, cincuenta por ciento son fraudes y casos de explotación económica y quince por ciento caen en la categoría de violaciones diversas a los derechos humanos. Estos incluyen la coerción a través de amenazas para impedir que las personas dejen tal o cual secta o religión, intimidación, persecución, intolerancia y el coartar la libertad de creencias.
            En el mencionado estudio, la mayor parte de los afectados  son mujeres (55%) seguidas por menores de edad (30%). Solo 15% son hombres adultos. Estos resultados ubican definitivamente a las mujeres y a los niños como los grupos sociales más vulnerables y de más alto riesgo.
            El DIAR indica que la mayoría de las denuncias que recibe es contra ministros de iglesias y grupos no católicos diversos, de corte carismático neopentecostal y pentecostal, seguidas por líderes de denominaciones evangélicas, protestantes históricas, sacerdotes católicos y las llamadas sectas destructivas. En la mayoría de los casos, con algunas notables excepciones, las denuncias señalaban a ministros, no a organizaciones, como responsables.
            El DIAR afirma que  dichas cifras no significan que en las iglesias católicas de México, o en general de Latinoamérica, ocurran menos abusos que en otros grupos religiosos. Explica la diferencia más bien en términos de una mayor disposición de los evangélicos a denunciar ilícitos debido a una mayor conciencia de sus derechos humanos y menos temor supersticioso a los líderes y/o a la institución religiosa. Asimismo, enfatiza que, en contraste, cuando las denuncias involucran a la institución religiosa y no a un solo líder, la Iglesia Católica tiene más denuncias, los casos son más graves, e involucran a mayor número de afectados que en otras organizaciones. Un ejemplo es el caso del sacerdote católico Juan Aguilar, de Tehuacán, Puebla, acusado penalmente desde 1997 de abusar sexualmente de sesenta menores que estudiaban catecismo en su parroquia. Actualmente, el sacerdote está prófugo de la justicia, huyendo para evadir una orden de aprehensión por cargos que incluyen el delito de corrupción de menores. Para el DIAR, la intervención de la diócesis local para encubrirlo  ha sido determinante. En 2004, los periodistas Brooks, Egerton y Brendan Case publicaron en un especial de The Dallas Morning News una red de complicidades que corre  desde la diócesis de Los Angeles, California, hasta la ciudad de México, que hizo posible  que el padre Aguilar delinquiera por décadas en ambos lados de la frontera con la protección de los cardenales de ambas jurisdicciones para eludir la acción de la justicia.
Basado en datos empíricos durante una década de trabajo, el Departamento de Investigación sobre Abusos Religiosos calcula que alrededor de treinta por ciento de los catorce mil sacerdotes católicos en México son responsables de haber cometido algún tipo de abuso  de índole sexual contra feligreses o personas de sus comunidades. Esto incluye no tan solo la tan publicitada paidofilia homosexual, sino también la heterosexual (contra niñas), así como el estupro y el uso del secreto de confesión para explotar vulnerabilidades sexuales de mujeres casadas o solteras, siguiendo la ancestral  costumbre colonial  de los llamados curas solicitantes.

Dr Jorge Erdeley / Dra. Alessandra Ciattini / Dr. Elio Masferrer/ Dr. Jorge René González Marmolejo / Profr. Marcos Hernández Duarte.
Votos de Castidad. El debate sobre la sexualidad del clero católico.
Editorial Grijalbo.

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jueves, 28 de enero de 2010

FUE INÚTIL





LIMPIEZA SOCIAL A LA MEXICANA

Un sociólogo de la Universidad de Chihuahua, 13 amas de casa que estaban en “el lugar equivocado”, 27 jóvenes que no hicieron nada más que tener el cabello corto y escuchar narcocorridos en su mp3, 43 empleados de clase media asesinados, 18 jóvenes puestos contra el paredón y masacrados con AK-47 en un centro para rehabilitación de adicciones. Un reportero aquí, una reportera allá son lo que el presidente Calderón llama daños colaterales de guerra.
Desde hace casi tres años han sido asesinadas en México 15 mil personas; adicionalmente, los conteos de hombres y mujeres desaparecidos van de 3 mil a 5 mil. Durante esta guerra han perdido la vida 725 policías y soldados, lo que nos deja con 14 mil 275 civiles entre los cuales nadie puede identificar con claridad cuántos son criminales y cuántas son personas que incomodaron a las fuerzas del orden.
En América Latina tenemos una historia de la eliminación de grupos sociales considerados indeseables, sin valor social o peligrosos por ser o parecer criminales: jóvenes con adicciones, mujeres de delincuentes, familiares de sospechosos. La limpieza social sólo puede darse en un ambiente autoritario que se niega al diálogo y en el cual no opera un sistema de justicia transparente. La autoridad nos ha dicho que los miles de muertes son producto de malos matando malos y buenos matando malos. Una simplificación muy peligrosa.
Según la organización Irak Body Count (IBC) en Irak, con minas unipersonales, bombas, misiles, metralletas, tanques y millares de soldados, han muerto 12 mil 96 personas al año en ese país invadido. Gustavo de Greiff Restrepo, el ex fiscal antidrogas de Colombia, responsable de la guerra antinarco, declaró que durante toda la guerra hubo 2 mil muertos civiles; 200 narcotraficantes muertos; tres líderes de cárteles; más de 200 narcos en la cárcel y más de 2 mil personas encarceladas relacionadas con el narco. Ahora dice que fue inútil.
Estamos ante una masacre mexicana que se oculta bajo un discurso guerrero que una parte de la sociedad y el Estado han asumido como propio, tal como sucedió en Guatemala y en Colombia. Años después, los paramilitares que admitieron haber asesinado jóvenes adictos y a defensores sociales como parte de la guerra contra el narco quedaron intocados por la justicia.
La opinión pública, amedrentada y harta de la violencia e inseguridad, se vuelve hostil e irresponsable y avala el asesinato como método de justicia expedita. Diga lo que diga Calderón, la inoperancia del sistema de justicia penal ha prohijado una limpieza social operada por militares, policías, políticos y empresarios.
Deshumanizar al delincuente como “enemigo” predispone a la sociedad para aceptar la aniquilación y el asesinato sin cuestionar, sin exigir transparencia y rendición de cuentas. Esta es claramente una guerra por el poder, entre poderes, no una batalla por la justicia y la paz social.
Calderón declaró el sábado que “el mayor reto es imponer la ley en el país”. Eso resulta éticamente insostenible mientras tengamos 15 mil asesinatos sin investigar bajo la coartada oficial de que eran “malos”. Hoy sabemos que muchas personas inocentes han muerto, por eso resulta inaceptable asumir que imponer la ley es discriminar a las y los mexicanos entre “buenos” y “malos”. ¿Quién y cómo lo deciden?

Lydia Cacho
Columna Plan B. Nota completa en:

lunes, 7 de diciembre de 2009

DIOS DISCERNIRÁ ENTRE JUSTOS E INJUSTOS





2006-2009: LAS CABEZAS CORTADAS DEL “OTRO ESTADO”
(Fragmento)


La intervención creciente del Ejército, elemento clave en la ofensiva de Calderón, resulta contraproducente a juzgar por  el cúmulo de protestas. En las Comisiones de Derechos Humanos abundan  las denuncias por violaciones de mujeres  y allanamientos domiciliarios que llevan a cabo oficiales y soldados. Además, todo a la vez, se acreciente el fenómeno de los paramilitares, brotan por doquier grupos de autodefensa, se arman las comunidades y los equipos  de protección privada son un gran ejército fragmentado. A diario continúan las matanzas y los hechos escalofriantes: un jefe policiaco y su esposa asesinados y sus cuatro hijos quemados vivos; un periodista enterrado vivo;  incursiones en bares donde se asesina a los asistentes (probablemente con la consigna medieval por delante: “Dios discernirá entre justos e injustos”); ejecuciones en sitios públicos al mediodía, cabezas cortadas que se arrojan a las puertas de instituciones de justicia. Los más de quince mil muertos de las guerras del narco que se contabilizan  en el sexenio de Calderón aún no apuntan en lo mínimo a la eficacia de la estrategia gubernamental. El temor sustituye  a la presunción (“Esto no es cosa mía, que se maten entre ellos”).

Carlos Monsiváis
Los mil y un velorios
Día Nacional del libro 2009.


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sábado, 21 de noviembre de 2009

CULPABLE EL ESTADO MEXICANO DE FEMINICIDIOS EN CD JUAREZ: COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS






EPÍLOGO PERSONAL
(Fragmento)

Comencé a interesarme en los homicidios  contra mujeres en Ciudad Juárez durante 1995.  Una mañana de 1996, salí de la Ciudad de México hacia la frontera norte. Y hallé un rastro de sangre. Desde entonces, lo he seguido. En estos años, por padecimientos diversos, murieron mi hermano Jesús, mi hermana Margarita y mi padre, José de Jesús. A veces, el rastro aquel se convertía en un hilillo casi invisible, y había que aguzar los sentidos para distinguirlo. Luego se volvía ostentoso de tan evidente. Un charco de sangre espesa en el que se hunden la indignación y el azoro. Una y otra vez perduraron las palabras, los testimonios, los documentos, los datos, los hechos, los indicios, las conductas circulares.
            Es patente, ante todo, la existencia de un centenar de homicidios seriales contra mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua –organismos civiles contabilizan más-, un suceso que parece implicar, como propone Robert K. Ressler, la participación de uno o dos homicidas en serie, aparte de los criminales comunes. Sería el producto de una orgía sacrificial de cariz misógino, a cuyas víctimas se busca y elige en forma sistemática (en calles, fábricas, comercios o escuelas) en un contexto de protecciones y omisiones de las autoridades mexicanas durante la última década. En especial, sus policías y funcionarios judiciales, que cuentan con el respaldo de un grupo de empresarios del mayor poder económico y criminal en todo el país.
            El móvil general de por medio  refiere a un rito homicida de contenido sexual que sirve para cohesionar, fraternizar y garantizar el silencio de quienes pertenecen a su secreto: una mafia muy influyente. El móvil particular sería un no móvil, como afirma Robert K. Ressler: “El asesino en serie mata por matar, no suele tener un móvil en particular”
            Los culpables estarían libres, y gente inocente en la cárcel.
            Asimismo, se ha carecido de una investigación policiaca de calidad y diversas personas han sufrido “avisos”, intromisiones, amenazas o atentados para que dejen de atestiguar, o de ahondar en las pesquisas  de los asesinatos contra las mujeres en Juárez. O para que “no confundan” estas líneas: narcotráfico, secuestro, desapariciones y homicidios misóginos.
            El 25 de julio de  2001, fueron asesinados –por un comando de sicarios- el esposo y la hija de Irma Rodríguez Galarza, especialista a cargo de elaborar, desde años atrás, los retratos hablados y los perfiles óseos de las mujeres víctimas de homicidio doloso en Ciudad Juárez. En el momento del atentado, que la policía atribuyó a un lío con el crimen organizado, Rodríguez Galarza se encontraba en la Ciudad de México en un curso de medicina forense. También han recibido amenazas de muerte las activistas civiles Esther Chávez Cano y Victoria Caraveo, o el criminólogo Oscar Máynez, entre otras personas.
La noche del 8 de junio de 2002, me hallaba en un restaurant de los Portales del Puerto de Veracruz. Había ido a impartir un curso  literario en el Instituto Veracruzano de Cultura. Mientras departía con un grupo de alumnos bajo el bullicio circundante, se acercó a saludarme un hombre, que extendió sobre la mesa su credencial de la Secretaría de Gobernación, al mismo tiempo que decía:
-Vine a checar que te portaras bien ¿eh? Pórtate bien…- sonreía, irónico.
            Recogió la credencial, se despidió y se hundió en la multitud.
El país alberga ya un gran osario infame , que fosforece bajo la complacencia de las autoridades. Estos crímenes tienen efecto a lo largo y ancho del mundo.
Así, recordar se volvió para mí un mandato. Algo bastante difícil de cumplir. Porque llevamos dentro nuestro propio demonio y hacemos de este mundo nuestro propio infierno, del que siempre alguien quiere apropiarse.
Por lo mismo, recuerda, me dije. Ya eres parte de los muertos y de las muertas. Te inclinas ante ellos y ellas.
Recuerda, sí. Por ahora, sólo recuerda, aunque en estos tiempos parezca excesivo y hasta impropio recordar. Que otros sepan lo que recuerdas. Y puedan leer lo anotado con tinta roja para entender lo escrito en color negro.
Tengo una certeza: contra la nada, perdurará el destino. O la memoria. Al fin y al cabo, la vida de cada quién es un desafío misterioso en aquello que nos sobrevivirá.


Sergio González Rodríguez
Hecho en México
Random House Mondadori, S. A.


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viernes, 17 de julio de 2009

¿DEBE EL EJERCITO REGRESAR A LOS CUARTELES?



LA PARTE DEL LEON.

La Vaca, la Cabra y la paciente Oveja se asociaron un día con el León para gozar alguna vez de una vida tranquila, pues las depredaciones del monstruo (como lo llamaban a sus espaldas) las mantenían en una atmósfera de angustia y zozobra de la que difícilmente podían escapar como no fuera por las buenas.

Con la conocida habilidad cinegética de los cuatro, cierta tarde cazaron un ágil Ciervo (cuya carne por supuesto repugnaba a la Vaca, a la Cabra y a la Oveja, acostumbradas como estaban a alimentarse con las hierbas que cogían) y de acuerdo con el convenio dividieron el vasto cuerpo en partes iguales.

Aquí, profiriendo al unísono toda clase de quejas y aduciendo su indefensión y extrema debilidad, las tres se pusieron a vociferar acaloradamente, confabuladas de antemano para quedarse también con la parte del León, pues, como enseñaba la Hormiga, querían guardar algo para los días duros del invierno.

Pero esta vez el León ni siquiera se tomó el trabajo de enumerar las sabidas razones por las cuales el Ciervo le pertenecía a él sólo, sino que se las comió allí mismo de una sentada, en medio de los largos gritos de ellas en que se escuchaban expresiones como Contrato Social, Constitución, Derechos Humanos, y otras igualmente fuertes y decisivas.

Augusto Monterroso

La oveja negra y demás fábulas

Editorial Era.


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