Mostrando entradas con la etiqueta Luis Cabrera. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Luis Cabrera. Mostrar todas las entradas

jueves, 19 de noviembre de 2009

LA TIENDA DE RAYA



EL SALARIO DE LOS PEONES

El precio a que tienen derecho de obtener el maíz los peones de la hacienda, constituye el primero de los complementos del salario del peón de año. Si el maíz vale generalmente en el mercado $8.00 o $10.00, no importa; de la cosecha de la hacienda siempre se ha apartado maíz suficiente para poder dar constantemente al peón de año el maíz a $6.00, o a seis reales la cuartilla. Media cuartilla semanaria es la dotación regular de la familia de un peón. Esto ya es un incentivo económico y de hecho es un pequeño aumento al salario del peón, supuesto que se le rebaja el valor del maíz y se le da en el maíz un pequeño complemento a su salario; no mucho, apenas lo suficiente para que no se muera de hambre. Y esto tiene el carácter de un favor del amo de los peones de año.

En la zona pulquera se conoce otro aumento al salario del peón tlachiquero: que se llama el tlaxilole; es la ración de pulque que, al caer de la tarde y después de cantar el “Alabado”, recibe el tlachiquero para las necesidades de su familia, y que, o lo bebe, o lo vende, o lo va a depositar en algo que él llama un panal, en un tronco hueco de maguey, donde sirve de semilla para una fabricación clandestina. Lo general es que se lo beba o lo venda; pero de todos modos, el tlaxilote constituye un pequeño aumento al salario del peón tlachiquero.

Constituye también un complemento del salario –y debería yo haberlo mencionado en primer lugar-, la casilla, es decir, la mitad, o tercera parte, u octava parte de casilla que le toca a un desgraciado de estos como habitación; es cierto que el peón “acasillado “ tiene que compartir el duro suelo en que se acuesta con otros peones o sirvientes de la finca, en una promiscuidad poco cristiana; pero sin embargo, tiene una pequeña porción del hogar, que es un complemento del sueldo que goza.

Mientras tiene el carácter de peón de año, tiene- ¡y qué pocas veces la tiene!- la escuela. La escuela existe, pero en condiciones tales, que en al año de 1895, en que yo serví como maestro en una escuela en una hacienda pulquera, recibí como primeras instrucciones del administrados de la hacienda –que entre paréntesis, no era el que pagaba mi sueldo, sino que yo era empleado oficial –no enseñar más que a leer y escribir y el Catecismo de la Doctrina Cristiana, con prohibición absoluta de enseñanza de la Aritmética y, sobre todo, “de esas cosas de Instrucción Cívica que ustedes traen y que no sirven para nada”.

Cuando en 1895 era yo maestro de escuela, en una hacienda del estado de Tlaxcala, no se conocía allí la enseñanza de la lectura y escritura simultáneas, ni el método de palabras normales.- Esto lo pueden comprender los que son maestros de escuela y saben los adelantos que la Pedagogía había ya hecho en aquella época.- Encontré implantado en la escuela el silabario de San Miguel, que en la mayor parte de la República había sido ya substituído tiempo antes por el silabario de San Vicente. Encontré gran resistencia de parte de los hacendados para la enseñanza de la Aritmética, y vosotros comprenderéis por qué esa resistencia. Y si esto pasaba en el año 1895, aquí a las puertas de la capital y a tres horas del ferrocarril, ya supondréis lo que sigue pasando en muchas partes del país. Pero, en fin, la escuela es un pequeño aumento al salario del peón, que por cierto, no siempre proporciona la hacienda.

Siguen los fiados en la tienda de raya. La tienda de raya no es un simple abuso de los hacendados; es una necesidad económica en el sistema de manejo de una finca; no se concibe una hacienda sin tienda de raya, y no va a ser este el momento en que yo haga disgresiones acerca de los medios de suprimirlas, supuesto que ya hemos recibido la Iniciativa de los señores Ramírez Martínez y Nieto, en mi concepto muy atinada. La tienda de raya es el lugar donde el hacendado fía las mercancías al peón, lo cual se considera un beneficio para el jornalero; pero, al mismo tiempo, es el banco del hacendado. Los complementos al salario de que antes he hablado, constituyen las larguezas de la finca que el hacendado entrega con la mano derecha; con la mano izquierda, o sea por conducto de la tienda de raya, el hacendado recoge los excesos de salario que había pagado al jornalero; todo eso que el peón ganaba en el maíz, en la casilla y en el tlaxilole, todo eso lo devuelve en el mostrador de la tienda de raya. Y lo tiene que devolver indefectiblemente, porque el sistema de fiado perpetuo, constante, incurable en nuestras clases sociales y hasta en nosotros mismos, es la muerte económica de nuestras clases pobres. El sistema de fiado tiene su más característica aplicación en la tienda de raya, donde el jornalero recibe al fiado todos los días lo que necesita para comer, descontándosele de su raya el domingo, pues el peón, por lo regular, no recibe el fin de semana en efectivo más que unos cuantos centavo; lo demás es cuestión de mera contabilidad.


Fragmento del Discurso del Diputado Luis Cabrera
XXVI Legislatura



Félix F. Palavicini
Los Diputados
Fondo para la Historia de las Ideas Revolucionarias en México.

.