DESAFIOS DE LA CULTURA NARCO
(Fragmento)
En su novela póstuma, 2666 , Roberto Bolaño relató en toda su crudeza y horror los asesinatos de mujeres en Santa Teresa, transmutación literaria de Ciudad Juárez, enclave fronterizo con El Paso, Texas, donde desde hace décadas gobiernan la violencia y la impunidad. Esas muertes narran un crimen continuo, una historia de nunca acabar. Un empresario poderoso que observa cómo su país está siendo minado por los narcotraficantes en complicidad con la corrupción del poder, decide ganarles "Siendo más criminal que ellos" en la última novela de Carlos Fuentes, Adán en Edén . La manera en que el dinero sucio del narcotráfico penetra en la sociedad provocó picos de rating en la versión para televisión de Sin tetas no hay paraíso , la historia en la que Gustavo Bolívar cuenta cómo una joven de 17 años se prostituye para comprarse pechos más grandes y así acceder al círculo de los traficantes. En La conspiración de la fortuna , Héctor Aguilar Camín dibuja el pueblo de Martiñón Agüeros, un capo del narcotráfico que condensa a cada uno de los pueblos y jefes narcos que con su beneficencia compran voluntades e hipotecan el alma de los más desfavorecidos. La lista viene amontonando títulos en sintonía con el ritmo en que avanzan la muerte y la corrupción por el continente: Rosario Tijeras, de Jorge Franco; La reina del S ur,de Arturo Pérez-Reverte; Balas de Plata , de Elmer Mendoza, o La virgen de los sicarios , de Fernando Vallejo son apenas unos pocos ejemplos con un denominador común: cada golpe al narcotráfico es devuelto con otro golpe aún mayor.
Es lo que le ha ocurrido al presidente Uribe en Colombia, y ahora a Felipe Calderón en México. Mientras tanto, se destruyen personas, familias, pueblos, culturas. Cada día se hace más evidente que la guerra no es la solución al problema y que la única vía posible es enfrentarlo desde la raíz, es decir, desde la despenalización del consumo.
Las inteligencias más lúcidas del continente insisten en que es imperioso llegar a un acuerdo de cooperación entre traficantes y consumidores. Cuando se rompan esos pactos siniestros de silencio y dinero, y los expendios de droga salgan a la luz del día, como el alcohol después de la ley seca, quizás hasta los propios traficantes descubran las ventajas de trabajar dentro de la ley y, al sentirse más seguros, irradien esa seguridad sobre las comunidades a las que comprometen.
Tomás Eloy Martínez
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