
ES VIERNES Y PIENSO EN TI
Es viernes y pienso en ti.
¡Te extraño tanto…!
Sin embargo, eso no era lo convenido.
Nunca llegamos a pensar en nosotros.
Nos preocupaban esas cosas que nos dolían a todos
y oíamos conmovidos, el rumor de las voces compañeras,
a veces, como un oleaje tempestuoso
y otras como un surtidor de grata resonancia.
Y estábamos con ellos.
Y así fue que un día me contagió su indignación,
su lucha, su esperanza por alcanzar el sueño:
ese sueño poblado de presencias
tan reales, tan desnudas, como el hombre
y su terrible y bella trayectoria.
Pero es viernes y pienso en ti.
¡Te extraño tanto!
Tal vez la tarde gris, lluviosa, húmeda;
tal vez esa necesidad inexplicable
de tu sonrisa filtrándose en las horas vacías,
o de la curvatura de tus brazos
donde cabe la dimensión de la ternura.
¿Qué haces? ¿Hacia dónde caminas?
¿Qué viento hincha tu cabeza amarilla?
Debes estar cansado.
Te miro a la distancia, tenaz, insomne, firme,
compartiendo el esfuerzo, la ambición, la dureza.
Te miro trabajando
por el ideal del que hemos hablado tantas veces…
Todo está bien, pero ahora…
¿por qué no te detienes un instante?
Es bueno ver el cielo
a través de los árboles de mayo
¡Qué balcón asombroso,
desde donde la luna se aparece a los hombres,
con esa magia misteriosa
en la que irremisiblemente nos envuelve!
Mira ¡qué hermosa!
A veces pienso que cuando estamos tristes
-como yo estoy ahora,
porque de pronto el amor nos germina los poros
del alma y de los labios
y no hay un campanario
donde tocar a vuelo este prodigio-
ella, la luna, es de verdad amiga.
Suavemente extiende sus antenas luminosas
y transmite, en señales sonoras, el mensaje.
Entonces recibimos la respuesta amorosa
y nos quedamos temblando, entre la noche,
poblados de suspiros, de sueños, de caricias.
Es viernes y pienso en ti
¡Te extraño tanto!
Un día me dijiste simplemente “Te amo”.
Y te miré a los ojos
y solté las amarras de mi barca
y navegué en tu océano.
Mi arena
se transformó en espuma viajera y sorprendida;
y descubrí contigo,
islas inconquistadas,
jóvenes y desconocidos territorios,
donde inventó el amor su paraíso.
Yo sé que en algún sitio de la tierra
esta brisa que ahora me estremece
de pálida nostalgia,
ha de rozar tu frente vagabunda.
No importa que sea viernes o domingo.
En cualquier fecha pienso en ti.
¡Te extraño tanto!
Margarita Paz Paredes
Litoral del Tiempo
Lecturas Mexicanas.
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