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sábado, 8 de agosto de 2009

LA DIMENSION DE LA TERNURA





ES VIERNES Y PIENSO EN TI

Es viernes y pienso en ti.

¡Te extraño tanto…!

Sin embargo, eso no era lo convenido.

Nunca llegamos a pensar en nosotros.

Nos preocupaban esas cosas que nos dolían a todos

y oíamos conmovidos, el rumor de las voces compañeras,

a veces, como un oleaje tempestuoso

y otras como un surtidor de grata resonancia.

Y estábamos con ellos.

Y así fue que un día me contagió su indignación,

su lucha, su esperanza por alcanzar el sueño:

ese sueño poblado de presencias

tan reales, tan desnudas, como el hombre

y su terrible y bella trayectoria.

Pero es viernes y pienso en ti.

¡Te extraño tanto!

Tal vez la tarde gris, lluviosa, húmeda;

tal vez esa necesidad inexplicable

de tu sonrisa filtrándose en las horas vacías,

o de la curvatura de tus brazos

donde cabe la dimensión de la ternura.

¿Qué haces? ¿Hacia dónde caminas?

¿Qué viento hincha tu cabeza amarilla?

Debes estar cansado.

Te miro a la distancia, tenaz, insomne, firme,

compartiendo el esfuerzo, la ambición, la dureza.

Te miro trabajando

por el ideal del que hemos hablado tantas veces…

Todo está bien, pero ahora…

¿por qué no te detienes un instante?

Es bueno ver el cielo

a través de los árboles de mayo

¡Qué balcón asombroso,

desde donde la luna se aparece a los hombres,

con esa magia misteriosa

en la que irremisiblemente nos envuelve!

Mira ¡qué hermosa!

A veces pienso que cuando estamos tristes

-como yo estoy ahora,

porque de pronto el amor nos germina los poros

del alma y de los labios

y no hay un campanario

donde tocar a vuelo este prodigio-

ella, la luna, es de verdad amiga.

Suavemente extiende sus antenas luminosas

y transmite, en señales sonoras, el mensaje.

Entonces recibimos la respuesta amorosa

y nos quedamos temblando, entre la noche,

poblados de suspiros, de sueños, de caricias.

Es viernes y pienso en ti

¡Te extraño tanto!

Un día me dijiste simplemente “Te amo”.

Y te miré a los ojos

y solté las amarras de mi barca

y navegué en tu océano.

Mi arena

se transformó en espuma viajera y sorprendida;

y descubrí contigo,

islas inconquistadas,

jóvenes y desconocidos territorios,

donde inventó el amor su paraíso.

Yo sé que en algún sitio de la tierra

esta brisa que ahora me estremece

de pálida nostalgia,

ha de rozar tu frente vagabunda.

No importa que sea viernes o domingo.

En cualquier fecha pienso en ti.

¡Te extraño tanto!


Margarita Paz Paredes

Litoral del Tiempo

Lecturas Mexicanas.


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