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lunes, 22 de marzo de 2010

INTEGRIDAD Y ESPIRITU DE LUCHA


UNA SUFRIDA…

(Fragmento)



La guerra civil parecía imparable: batallas, saqueos, fusilamientos. Un día triunfaba uno de los bandos y al siguiente tomaba la plaza el contrario. Cada uno quería el poder para imponer sus convicciones a toda la sociedad.

Así estaban las cosas y parecían no tener fin, cuando los liberales triunfan en una batalla decisiva: la de Calpulalpan. Entonces el bando constitucionalista derrota a Miramón y toma la capital. Habían ganado los chinacos y Guillermo Prieto se podía burlar de los perdedores: “cangrejos a compás, marchemos para atrás”

Cuando el ejército liberal entra triunfante a la sede de los poderes, Jesús González Ortega se hace cargo del despacho presidencial entre diciembre de 1860 y enero de 1861, momento en el que llega Juárez, al que se recibe con enorme júbilo popular pues la población estaba harta del derramamiento de sangre y deseaba muy sinceramente la paz.. Se dice que por eso vitorearon durante horas al caudillo liberal, aunque según los conservadores esta versión es falsa y por el contrario, escasearon tanto el público como las demostraciones de alegría “por que la gente veía en las Leyes de Reforma una obra del demonio”.

Lo primero que hizo Juárez del legalista, fue convocar a elecciones, las cuales ganó con lo que resultó presidente de la república para el período de junio de 1861 a noviembre de 1865. Y entonces se puso a trabajar con sus colaboradores en la nada fácil tarea de poner orden y echar a andar el país cuya situación era, como siempre, la falta de recursos, la desorganización administrativa, el desequilibrio fiscal y la deuda externa. Su esfuerzo apuntaba a la creación de un Estado Moderno.

La palabra “moderno” significaba para los liberales que debía ser laico, para minar la fuerza de las corporaciones eclesiásticas y militares, y fuerte para que estuviera al servicio de la sociedad y no de intereses particulares. El eje de su proyecto consistió en dictar las leyes adecuadas para este fin y reorganizar la propiedad de la tierra.

Benito Juárez es el liberal más admirado de México. Por su historia personal – un indio que se levantó de la condición humilde al más alto cargo público- y por su inquebrantable tenacidad, representa para los mexicanos un ejemplo único de integridad y espíritu de lucha. Defendió a la patria en condiciones sumamente difíciles contra un clero y unos conservadores muy poderosos, con un ejército siempre listo para sublevarse a favor del mejor postor y contra las potencias extranjeras que invadieron el país. Lo hizo con apoyo de un pequeño grupo de patriotas pero también con el de los muchos mexicanos que creían en sus ideas y su causa.



Sara Sefchovich.


La suerte de la consorte


Editorial Océano.

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