martes, 12 de enero de 2010

AL OCURRIR EL TEMBLOR



SANTO DIOS, SANTO FUERTE, SANTO INMORTAL (2)


(Fragmentos)



III

“Al ocurrir el temblor se oyeron por todas partes desentonados gritos, pidiendo a Dios que aplacara su justicia y rigor. Todo mundo ignoraba la causa de este fenómeno: unos decían que un cometa había anunciado aquella ruina; otros, que era una erupción del volcán de San Salvador. Creemos que si en aquel momento el señor Presidente y el Ilustrísimo Señor Arzobispo hubieran salido a consolar a los afligidos, nadie hubiera pensado en abandonar la ciudad. Casi todos los edificios públicos quedaron medio arruinados. La torre recién construida de la Universidad, cuyo reloj había comenzado hacía poco a dar las horas, quedó completamente destruida. La consternación del vecindario subió de punto, cuando en la mañana del 17 se supo que tanto el Presidente de la República como el Diocesano abandonarían la ciudad en ese mismo día y todos pensaron en salir como pudiesen a establecerse a otra parte, con tanta más razón cuanto que un chusco o timorato dio a volar la especie de que al ponerse la luna se hundiría la ciudad.”



IV

“El Comité de Emergencia Nacional del Ejército ordenó al técnico alemán, Doctor Helmut Meyer-Abich, comparecer ante las cámaras de televisión del circuito YSU a fin de que el pueblo salvadoreño comprobara que dicho profesional, nombrado hace poco director del Servicio Sismológico Nacional, permanece en el país y que, contrariamente a los rumores esparcidos por elementos irresponsables, no es verdad que huyera por la vía aérea en compañía de su señora madre, luego de haber comprobado fehacientemente en sus aparatos que los actuales temblores de tierra son el preludio de un terremoto que haría desaparecer todo el territorio nacional en el mar.”


Roque Dalton
Las historias prohibidas del Pulgarcito
Editorial Siglo XXI.

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