miércoles, 11 de noviembre de 2009

SUPONGAMOS QUE USTED FUERA UN JOVEN NEGRO






LA PARADOJA DE HUME
(Fragmento)


Vivimos en una sociedad que premia los esfuerzos por obtener logros individuales. Digamos que soy padre o madre de familia. ¿Qué hago con mi tiempo? Dispongo de 24 horas al día pero, si tengo hijos que cuidar y un futuro por el cual preocuparme ¿qué hago?
             Una posibilidad es adular al jefe para ver si me aumenta el sueldo , o quizá protestar contra alguien en su cara si pasa junto a mí –sino directamente, sí indirectamente, por medio de los mecanismos  erigidos en una sociedad capitalista. Ésta es una posibilidad.
            La otra es pasarme las tardes tratando de organizar a la gente, que a su vez pasará la tarde en reuniones, se manifestará y librará una larga lucha en la que será golpeada por la policía y perderá su empleo. Probablemente se reúnan suficientes personas y logren algo, que podría o no ser más de lo que hubieran ganado por la vía individual.
            Conforme a la teoría de los juegos, este tipo de situación se denomina el “dilema del prisionero”. Se presentan situaciones –“juegos” o interacciones- en las que cada participante gana más si trabaja con alguien, pero sólo gana si el otro trabaja con él. Si este otro intenta ganar todo para sí, el participante  pierde.
Permítame poner un ejemplo sencillo: ir al trabajo. Me lleva más tiempo ir en el metro que en mi auto; no obstante, si todos tomáramos el metro y pudiera invertirse  más en este medio de transporte que en carreteras, todos llegaríamos más rápido por metro. Pero debemos hacerlo todos, porque si yo tomo el metro y los demás van en su auto, el transporte privado será ventajoso para quien lo usa.
Sólo si todos actuamos de manera diferente podremos lograr el beneficio colectivo. Posiblemente el costo individual de trabajar  para crear la posibilidad de hacer  las cosas en grupo sea muy alto. Sólo si muchos comienzan a hacerlo, con seriedad, podrá obtenerse un beneficio real.
Este ha sido el caso de todos los movimientos populares. Supongamos que usted fuera un joven negro de veintiún años que asistiera a Spellman College, en Atlanta, en 1960. Tenía dos opciones. La primera, buscar trabajo en alguna empresa  que estuviera dispuesta a emplear a un gerente negro –si éste fuera lo suficientemente sumiso y dispuesto a humillarse- y, gracias a ello,  tener la posibilidad de vivir en una casa de clase media.
La otra posibilidad era unirse al SNCC (Student Nonviolent Coordinating Committee, un grupo que apoyaba los derechos civiles  de los negros de los años sesenta), y correr el riesgo de perder la vida. Ciertamente sería golpeado y difamado, y significaría llevar una vida muy difícil. Tal vez a la larga lograría crear  suficiente apoyo popular para que gente como  usted y su familia viviera mejor.
Tomar el segundo camino implicaba una decisión difícil, dadas las opciones disponibles. La sociedad está muy estructurada con el objeto de impulsarnos hacia la opción individualista. Sin embargo, muchos jóvenes tomaron la otra opción, sufrieron por ello y ayudaron a crear un mundo mejor.


Noam Chomsky
Pocos prósperos, muchos descontentos
Gandhi Ediciones.


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