LA VIRGEN QUE NO ES DE GUADALUPE
El obispo de Tamaulipas, monseñor Eduardo Sánchez Camacho, renunció a su diócesis en protesta por la coronación de la virgen de Guadalupe, pues consideró que el culto guadalupano “constituye un abuso en perjuicio de un pueblo crédulo y en su mayoría ignorante”, afirmó al dejar su cargo en 1895.
Para los altos prelados católicos siempre ha estado claro que el culto prehispánico a la diosa Tonantzin, adorada precisamente en el Tepeyac bajo el nombre de Nuestra Madre, es uno y uno solo con el culto a la virgen de Guadalupe, reverenciada en el mismo cerro, en el mismo lugar y bajo el mismo nombre: Nuestra Madre. Ni siquiera las danzas han cambiado. Tampoco la época de la festividad: al comenzar el frío, ya que a la Madre Tonantzin se le pedía protección, alimento y salud para los meses difíciles.
Fray Bernardino de Sahagún, el más importante de nuestros historiadores antiguos, nos dice que al predicar el evangelio en náhuatl, los religiosos utilizaban precisamente el sustantivo Tonantzin para referirse a la madre de Cristo, ya que era la traducción más adecuada.
La ausencia del papa Juan Pablo II, invitado de honor a las celebraciones por el 450 aniversario de las “apariciones” continúa una política centenaria: jamás el Vaticano se ha pronunciado por la veracidad de tales hechos. El propio Tribunal de la Santa Inquisición, tomando en cuenta las sospechosas similitudes antes mencionadas, y absolutamente incrédulo acerca del asunto de las rosas, el ayate y la imagen que “ no hizo igual entre todas las naciones”, condenó a Lorenzo Boturini, hace 200 años, por llevar ante la Santa Sede romana el proyecto de coronar a Guadalupe-Tonantzin.
El sucesor de fray Juan de Zumárraga en el Arzobispado de México, fray Alonso de Montúfar, fue duramente criticado, en sermón del 8 de septiembre de 1556, por el provincial de la orden franciscana ¡por fomentar el culto guadalupano! Eran explicables las reticencias de la alta jerarquía eclesiástica, puesto que sabían, por haberlo escrito Torquemada en la Monarquía Indiana que la diosa Tonantzin se aparecía a los indígenas “en figuras de jovencita, con túnica blanca ceñida, aunque siempre a uno solo, y le revelaba cosas secretas”.
Dice la Enciclopedia de México: “El guadalupanismo hizo posible que la población indígena víctima de la Conquista abrazara la fe católica como algo propio. El culto a la virgen del Tepeyac, en el mismo lugar donde se adoraba a Tonantzin no fue una simple sustitución, sino un verdadero sincretismo”, esto es, la unión de dos sistemas filosóficos en uno solo.
Sahagún fue uno de los primeros en referirse a los inconvenientes del culto guadalupano, ya que, en su opinión, cuando los indígenas escuchaban a los frailes referirse en náhuatl a Tonantzin, pensaban en la diosa de su gentilidad y no en la Guadalupe hispana.
En la actualidad aún escuchamos indígenas que dan el nombre pagano a la virgen de Guadalupe, como los de Huejutla y de San Pedro Jícora.
Pero una interrogante del mayor interés se nos plantea enseguida: “¿dan un nombre pagano a la Virgen del cristianismo, o bien sustituyeron con una nueva imagen a la antigua Diosa? ¿Hay alguna diferencia entre una cosa y la otra?
Mayores razones existen ahora para guardar el secreto de la conversión de Tonantzin en Guadalupe, ya que el culto se ha transformado, cumplida su función evangelizadora, en un productivo y multimillonario negocio.
¿POR QUÉ SE LLAMA GUADALUPE?
La Virgen de Fátima se llama así porque se apareció en Fátima; la de Lourdes, en Lourdes, y la de Guadalupe se apareció en Guadalupe, pueblo de España. ¿Por qué se llama entonces así la del Tepeyac? Haya sido pintada por el indio Marcos o no, el nombre es un misterio que desde los primeros años del culto guadalupano ha llamado la atención.
Ya en 1556, durante la investigación que el arzobispo Alonso de Montúfar mandó realizar sobre la imagen, un franciscano, fray Alonso de Santiago, opina: “Habría que mandar que no se nombrase Nuestra Señora de Guadalupe, sino de Tepeaca o Tepeaquilla (Tepeyac) porque si en España tenía tal nombre Nuestra Señora de Guadalupe, era porque el mismo pueblo se llamaba así, de Guadalupe”.
UN TIEMPO FUE LA ESPAÑOLA
La clave parece estar en una carta del virrey Martín Enríquez, fechada el 25 de septiembre de 1575: “Pusieron nombre a la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, por decir que se parecía a la de Guadalupe en España”.
Pues bien, cualquiera que conozca a la virgen de Guadalupe española sabe que no se parece nada a la mexicana. Por lo tanto, la imagen del Tepeyac debió ser, al menos hasta 1575, copia de la española. De ahí el nombre.
¿POR QUÉ CAMBIARLA?
¿Por qué hubo necesidad de distinguir a la Guadalupe mexicana de la española? Dos elementos decidieron el cambio:
1. Económico: el destino final de las limosnas
2. Político: el conflicto entre la arquidiócesis y los franciscanos.
Respecto al primer elemento, las limosnas, es importante saber que por cédula real las limosnas recogidas en santuarios con reproducciones de la virgen aparecida en el pueblo de Guadalupe, debían enviarse a ese santuario. Entonces, para que las limosnas se conservaran aquí en la Nueva España, era menester no seguir usando la imagen española.
Con respecto al aspecto político, los fundadores de la iglesia mexicana, los franciscanos, conservaban parcialmente el rechazo al cristianismo primitivo por las imágenes, tema por aquellos años desempolvado por Erasmo, y veían con sospecha una devoción tan grande a una sola imagen. Dice fray Bernardino de Sahagún respecto del Tepeyac:
“Y ahora que está allí edificada la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, también la llaman Tonantzin (…) y es cosa que se debía remediar, porque el propio nombre de la Madre de Dios Nuestra Señora, no es Tonantzin (…) parece ésta invención satánica para paliar la idolatría (…) y los indios vienen de muy lejos, tan lejos como de antes, la cual devoción también es sospechosa, porque en todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora, y no van a ellas, y vienen de lejanas tierras a esta Tonantzin, como antiguamente”
Pero el arzobispado hizo lo que ahora se llamaría populismo al aceptar una devoción sospechosa a cambio del reconocimiento a su autoridad por encima de los primeros evangelizadores, que se oponían a ese culto popular. Fue quizá la primera ocasión en que los devotos guadalupanos fueron utilizados para adquirir poder temporal. Si los franciscanos se oponían, por pureza evangélica, a una devoción en buena parte idolátrica, el arzobispado apoyaba esa devoción, aún a costa de la fe, para conseguir apoyo popular. Una repetida historia
LOS MEDIOS PARA LA TRANSFORMACIÓN
Para cambiar el culto de la Guadalupe española y, de un solo tiro, conservar las limosnas (que se enviaban a España), y debilitar a los franciscanos fundadores de la iglesia, se emplearon tres medios:
1. Se colocó una imagen distinta a la española
2. Se cambió la fecha del 8 de septiembre, al 12 de diciembre.
3. Se apoyó la tradición oral y popular de las apariciones.
Luis González de Alba
La ciencia, la calle y otras mentiras
Editorial Cal y Arena
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