
LAS ARMAS SECRETAS
(Fragmento)
(Fragmento)
La delicia de estar ahí, de sentirse tan bien en ese instante, de cerrar los ojos, de suspirar como Bobby, de pasarse la mano por el pelo, una, dos veces, sintiendo la mano que anda por el pelo casi como si no fuera suya, la leve cosquilla al llegar a la nuca, el reposo. Cuando abre los ojos ve la cara de Michele, su boca entreabierta, la expresión como si de golpe hubiera quedado sin una gota de sangre. La mira sin entender, un vaso de coñac rueda por la alfombra. Pierre está de pie frente al espejo; casi le hace gracia ver que tiene el pelo partido al medio, como los galanes del cine mudo. ¿Por qué tiene que llorar Michele? No está llorando, pero una cara entre las manos es siempre alguien que llora. Se las aparta bruscamente, la besa en el cuello, busca su boca. Nacen las palabras, las suyas, las de ella, como bestezuelas buscándose, un encuentro que se demora en caricias, un olor a siesta, a casa sola, a escalera esperando con la bola de vidrio en el nacimiento del pasamanos. Pero quisiera alzar en vilo a Michele, subir a la carrera, tiene la llave en el bolsillo, entrará en el dormitorio, se tenderá contra ella, la sentirá estremecerse, empezará torpemente a buscar cintas, botones, pero no hay una bola de vidrio en el nacimiento del pasamanos, todo es lejano y horrible. Michele ahí a su lado está tan lejos y llorando, su cara llorando entre los dedos mojados, su cuerpo que respira y tiene miedo y lo rechaza.
Arrodillándose, apoya la cabeza en el regazo de Michele. Pasan horas, pasan un minuto o dos, el tiempo es algo lleno de látigos y baba. Los dedos de Michele acarician el pelo de Pierre y él le ve otra vez la cara, un asomo de sonrisa, Michele lo peina con los dedos, lo lastima casi a fuerza de echarle el pelo hacia atrás, y entonces se inclina y lo besa y le sonríe.
- Me diste miedo, por un momento me pareció… Qué tonta soy, pero estabas tan distinto.
- ¿A quién viste?
- A nadie, dice Michele.
Pierre se agazapa esperando, pero hay algo como una puerta que oscila y va a abrirse. Michele respira pesadamente, tiene algo de nadador a la espera del pistoletazo de salida.
- Me asusté porque… No sé, me hiciste pensar en que…
Oscila, la puerta oscila, la nadadora espera el disparo para zambullirse. El tiempo se estira como un pedazo de goma , entonces Pierre tiende los brazos y apresa a Michele, se alza hasta ella y la besa profundamente, busca sus senos bajo la blusa, la oye gemir y también gime besándola ,ven, ven ahora, tratando de alzarla en vilo (hay quince peldaños y una puerta a la derecha), oyendo la queja de Michele, su protesta inútil, se endereza teniéndola en sus brazos, incapaz de esperar más, ahora, en este mismo momento, de nada valdrá que quiera aferrarse a la bola de vidrio, al pasamanos (pero no hay ninguna bola de vidrio en el pasamanos), lo mismo ha de llevarla arriba y entonces como a una perra, todo él es un nudo de músculos, como la perra que es, para que aprenda, oh Michele, oh mi amor, no llores así, no estés triste, amor mío, no me dejes caer de nuevo en ese pozo negro, cómo he podido pensar eso, no llores, Michele.
Julio Cortázar
Cuentos completos /1
Editorial Alfaguara.
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