jueves, 25 de marzo de 2010

CONTRA LO QUE LUCHAMOS



ANTIGUOS COMPAÑEROS SE REUNEN








Ya somos todo aquello

contra lo que luchamos a los veinte años.



José Emilio Pacheco


La fábula del tiempo. Antología.


Ediciones Era.

lunes, 22 de marzo de 2010

CONVOCO




DISCURSO
(Fragmento)

Amigas y amigos; Compatriotas:

Con estas propuestas iremos a la campaña. Vamos a incorporar la visión de los mexicanos, vamos a escuchar a todos los ciudadanos para enriquecer nuestras ideas, para precisar nuestras acciones.

Me propongo intercambiar puntos de vista, profundizar el diálogo, sumar el sentir popular a nuestra oferta política.

Alentado por estos compromisos, convocaré el apoyo de todos los mexicanos.

Tenemos que convocar a lo mejor de nosotros mismos: convocar nuestro más alto compromiso, fidelidad a los principios, perseverancia en los propósitos y lealtad a los fines.

Convoco a los productores rurales de nuestra Patria. Juntos vamos a consolidar la reforma en el campo: más justicia y más amplias libertades para todos los campesinos de México.

Convoco a los obreros, los convoco a seguir siendo fuerza fundamental del progreso de nuestro país. Mi compromiso es, con ellos, de trabajar por más empleos, por elevar salarios.

Los profesionistas, los universitarios y técnicos siempre han tenido un lugar destacado en la transformación de México. Esta campaña la haremos con ellos: incorporaremos su energía y también su creatividad.

A las maestras y a los maestros de México les pido que, con su gran vocación de servicio, aporten su convicción y su esperanza.

A los empresarios todos: a los de la industria, del comercio, de los servicios y los del campo, los invito a sumarse - con su iniciativa, con su dedicación - a esta gran campaña.

A los empleados públicos, que dan rostro humano a nuestro gobierno, les ofrezco mejores oportunidades para seguir sirviendo mejor a la ciudadanía.

Convoco a las mujeres de México; las convoco a participar. Necesitamos de su talento, de su sensibilidad y de su capacidad de organización, para que nuestra campaña sea la del compromiso de progreso para todos.

A los jóvenes... a los jóvenes les pido su entusiasmo, les pido su audacia, les pido su coraje, su determinación. Creo firmemente que un gran motivo de aliento para un Candidato, es la razón convencida de cada joven mexicano.

Somos un pueblo con una gran historia y con un gran destino. Somos una nación surgida de afanes libertarios, de una gran pasión por la independencia y por la soberanía, de coraje de construir nuestros propios caminos.

En este fin de siglo, la inspiración de los mejores hombres de nuestra historia estará viva, porque todos tendremos presentes sus ideales:
A Hidalgo, con su pasión por la Independencia.
A Morelos, y los Sentimientos de la Nación.
A Juárez, con su fe en la soberanía y la ley.
A Madero, y su ideal democrático.
Y a Zapata, con su convocatoria a la justicia social.
Vamos, amigas y amigos, vamos a esta campaña con las propuestas de la Revolución Mexicana para nuestro tiempo.

Con nuestra fuerza, con nuestra organización, con orgullo, con dignidad, vamos a ir más lejos.

Luis Donaldo Colosio.
Discurso pronunciado al rendir protesta como candidato presidencial.
8 de Diciembre de 1993.
Vigencia y pensamiento de Luis Donaldo Colosio
Fundación Carlos A. Madrazo / PRI.

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EL AGUA ES VIDA


LA TRAGEDIA ANUNCIADA

(Fragmento)



Frente a una oferta de agua prácticamente fijada, desigualmente distribuida y a menudo mal empleada, descubrimos por todas partes, pues, una demanda en gran aumento, casi exponencial. El desequilibrio es masivo y nada nos permite pensar que pueda acabarse pronto. Y ciertamente, no de manera natural. El estrés hídrico, que hoy todavía constituye la excepción, podría convertirse en la regla dentro de unas décadas.

Para uno de cada cuatro habitantes del planeta, es decir para 1,200 millones de seres humanos, el acceso al agua potable todavía es un sueño que dista varios kilómetros y, atrevámonos a decirlo, varias décadas. Y dos de cada cinco, es decir 2,500 millones de seres humanos, no tiene acceso a un saneamiento ni siquiera rudimentario.

La negación de estos dos derechos, que consideramos elementales, reflejados en ese grifo que podemos abrir y en esa cadena de retrete de la que podemos tirar, nos conduce a un primer callejón sin salida. Y es grande. Cuando proclamamos que el agua es vida y permitimos que les falte a tantos de nuestros contemporáneos, nos mentimos a nosotros mismos. Proporcionarles agua es, antes que nada, un imperativo moral. La fraternidad no es asunto de letreros de ayuntamientos o de Declaración Universal: debe traducirse en actos.



Varios Autores


Agua para todos


Fondo de Cultura Económica.

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INTEGRIDAD Y ESPIRITU DE LUCHA


UNA SUFRIDA…

(Fragmento)



La guerra civil parecía imparable: batallas, saqueos, fusilamientos. Un día triunfaba uno de los bandos y al siguiente tomaba la plaza el contrario. Cada uno quería el poder para imponer sus convicciones a toda la sociedad.

Así estaban las cosas y parecían no tener fin, cuando los liberales triunfan en una batalla decisiva: la de Calpulalpan. Entonces el bando constitucionalista derrota a Miramón y toma la capital. Habían ganado los chinacos y Guillermo Prieto se podía burlar de los perdedores: “cangrejos a compás, marchemos para atrás”

Cuando el ejército liberal entra triunfante a la sede de los poderes, Jesús González Ortega se hace cargo del despacho presidencial entre diciembre de 1860 y enero de 1861, momento en el que llega Juárez, al que se recibe con enorme júbilo popular pues la población estaba harta del derramamiento de sangre y deseaba muy sinceramente la paz.. Se dice que por eso vitorearon durante horas al caudillo liberal, aunque según los conservadores esta versión es falsa y por el contrario, escasearon tanto el público como las demostraciones de alegría “por que la gente veía en las Leyes de Reforma una obra del demonio”.

Lo primero que hizo Juárez del legalista, fue convocar a elecciones, las cuales ganó con lo que resultó presidente de la república para el período de junio de 1861 a noviembre de 1865. Y entonces se puso a trabajar con sus colaboradores en la nada fácil tarea de poner orden y echar a andar el país cuya situación era, como siempre, la falta de recursos, la desorganización administrativa, el desequilibrio fiscal y la deuda externa. Su esfuerzo apuntaba a la creación de un Estado Moderno.

La palabra “moderno” significaba para los liberales que debía ser laico, para minar la fuerza de las corporaciones eclesiásticas y militares, y fuerte para que estuviera al servicio de la sociedad y no de intereses particulares. El eje de su proyecto consistió en dictar las leyes adecuadas para este fin y reorganizar la propiedad de la tierra.

Benito Juárez es el liberal más admirado de México. Por su historia personal – un indio que se levantó de la condición humilde al más alto cargo público- y por su inquebrantable tenacidad, representa para los mexicanos un ejemplo único de integridad y espíritu de lucha. Defendió a la patria en condiciones sumamente difíciles contra un clero y unos conservadores muy poderosos, con un ejército siempre listo para sublevarse a favor del mejor postor y contra las potencias extranjeras que invadieron el país. Lo hizo con apoyo de un pequeño grupo de patriotas pero también con el de los muchos mexicanos que creían en sus ideas y su causa.



Sara Sefchovich.


La suerte de la consorte


Editorial Océano.

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jueves, 18 de marzo de 2010

QUÉ CELEBRAMOS HOY ?


PETROLEO PARA LA INDEPENDENCIA

            Cuando hace cuarenta años el Presidente Lázaro Cárdenas decretó la expropiación petrolera, la nación pudo resistir  los embates del imperialismo coludido con  los empresarios y terratenientes criollos, porque el pueblo apoyó la expropiación y aportó recursos para cubrir la deuda petrolera.
            Aquel acto de gobierno inició el desarrollo independiente de México y fue un gran paso para acabar con la explotación de sus recursos por parte del extranjero, pues durante siglos  México fue exportador de riqueza en perjuicio de sus nacionales ya que el oro, la plata y los productos del campo  y de sus aguas, salieron para enriquecer  a otras naciones; sus recursos no renovables fueron a parar a Europa, Asia y EUA sin dejarle otra cosa que algunas ciudades hermosas y venidas a menos, socavones y enfermedades de trabajadores mineros y agrícolas.
            El gobierno de Cárdenas sentó bases, con su política petrolera, eléctrica, agraria, obrera e internacional, que harán posible construir un México independiente y soberano como patria libre para hombres y mujeres libres, a pesar de que los gobiernos que le sucedieron abrieron las puertas al capital extranjero, dizque para desarrollar la industria , el capital y los capitalistas mexicanos, aunque lo que desarrollaron fueron las empresas trasnacionales que empobrecen al país al sacar de él utilidades varias veces  superiores al capital invertido;  para atraer el capital foráneo, los gobiernos  post-cardenistas otorgaron facilidades fiscales a los extranjeros, reprimiendo los movimiento obrero y campesino y  otorgaron el amparo agrario a los terratenientes; la “tecnificación” capitalista del campo produjo alimentos para la exportación que no para el pueblo y el desempleo de 9 millones de compatriotas.
            Debido a la falta de ingresos fiscales adecuados, el desarrollo de México ha debido fincarse en el  endeudamiento –por eso los 30 mil millones de dólares de deuda externa-, y la política de puertas abiertas al extranjero ha hecho que las trasnacionales se apoderen cada vez más de la industria, la banca, el comercio, la agricultura, la ganadería, la pesca y el turismo. La dependencia tecnológica creciente del país cierra el círculo de la dominación neocolonialista que EUA ejerce sobre México.
            A cuarenta años de la expropiación petrolera, la dependencia económica que entonces  se trató de evitar, ahoga al país.  El 70 por ciento de nuestro comercio exterior se practica con EUA  y en poco tiempo, gracias al petróleo y al gas, ese porcentaje será del 85%, haciendo del petróleo instrumento de dependencia. La enorme deuda externa obliga, según parece, a que el gobierno mexicano siga los dictados del imperialismo.
            La primera generación de funcionarios gubernamentales  con mentalidad yanqui, hechos en EUA, ocupa algunas secretarías de estado y la dirección  de empresas paraestatales como Ferrocarriles, CFE y Pemex y tiene oportunidad  de alcanzar la presidencia de la república.       
            La grave crisis nacional que padece México se pretende superar vendiendo petróleo y gas . Y para no alarmar al pueblo con las enormes cantidades  de hidrocarburos que se venderán, parece que se anunciará pronto que la nación mexicana posee la reserva petrolera más grande del mundo –escribo esto el 14 de marzo-. Vender grandes cantidades de petróleo exige  desperdiciar el gas natural que brota fatalmente con él. La producción actual de 1.3 millones de barriles de petróleo al día implica la extracción de cinco  mil doscientos millones de pies cúbicos de gas, si es cierto lo que dijo Pemex en cuanto a que por cada barril brotan  4 mil pies cúbicos de gas. Como además se obtienen en pozos de gas seco otros mil cien millones de pies cúbicos y solo se consumen en el país mil quinientos  millones, resulta que sobran ahora 4,800 millones de pies cúbicos de gas  con un valor de 12.40 millones  de dólares al precio de 2060 dólares el millar de pies cúbicos. Se desperdician entonces 4,555 millones de dólares al año (!). Debe explicar Pemex qué se hace con ese gas o si no es cierto que brotan 4 mil pies cúbicos  por cada barril de petróleo.
            Por otro lado, vender el petróleo y el gas a los precios vigentes en el mercado internacional es venderlos como combustibles, como energéticos, aunque se sabe  que ellos valen más como materia prima para la petroquímica. Valen 10 veces más, rinden 10 veces más y duran 10 veces más.
            Pocos son los que saben cuántas cosas buenas se obtienen del petróleo y el gas mediante  la petroquímica cuando no se usan  como combustibles. Vienen de ellos la mayoría de las fibras sintéticas –por lo que de acabarse los hidrocarburos pararían las fábricas de textiles-, de ahí vienen casi todas las telas modernas, con los hidrocarburos se produce ropa,  calzado, muebles, plásticos, hule sintético, acrílicos, polímeros, impermeabilizantes, alimentos, fertilizantes, pavimentos, aromáticos, detergentes,  y cientos de productos más.  Quemar los hidrocarburos es en cierta manera equivalente a quemar coba, cedro, ébano, como leña.
            Si México tiene mucho petróleo, debe aprovecharlo racional, inteligentemente para ser más independiente, no para ser más dependiente de EUA.   
Celebremos este año el 40 aniversario de la expropiación petrolera luchando porque se siga una política  nacional de energéticos popular  y revolucionaria. El futuro de México  depende de lo que se decida  hacer con el petróleo y el gas. Movilicemos al pueblo en la defensa del petróleo, la llave de la independencia económica de México.

Heberto Castillo
PEMEX SI, PEUSA NO
Ediciones Proceso.

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NO ES IGUAL




RUINAS ILUSTRES

-Por aquí sus violencias los bárbaros dejaron.
Talaron, incendiaron… todo lo destruyeron…
¡Mas un templo de arte, reliquia de milenios,
aún se alzaba a los cielos cual fe de un milagro!
Pero, Maestro, ahora, ay, míralo ahí… en ruinas.
Piedra muerta en la piedra, polvo en el polvo muerto:
textos sagrados, jades, grandezas de mil años…
los  hombres de la luz multiplicaron soles
para acabar lo poco que se salvó del bárbaro.

-Hijo mío, ¿qué sabes de las guerreras ciencias?
¿Qué importan bronces, vidas, tabletas milenarias,
si al final, felizmente, se logra el objetivo?
Barbarie hubiese sido que eso hicieran los bárbaros;
no es igual que destruyan manos sabias que incultas.
Todo polvo se ha hecho pero el mundo ha ganado.
Tu lágrima sensible, oh discípulo, enjuga.
Besa esa ruina ilustre y al cielo gracia eleva…
¡Porque en esa epopeya de destruir bellezas
no pudieron los bárbaros ganar a la Cultura!

El ciruelo de Yuan Pei Fu
Poemas chinos
Traducción de Regino Pedroso
Editorial Letras Cubanas.

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martes, 16 de marzo de 2010

DE VUELTA AL PANTEÓN




ROGELIO

            Rogelio no se percataba de que ya estaba muerto o se resistía sencillamente a aceptarlo. Por ello, una y otra vez, se salía de la fosa donde estaba enterrado y no era raro encontrárselo comiendo  en algún restaurant cercano al cementerio. En algunas ocasiones nos iba a visitar al Retorno y se pasaba largas horas platicando sobre los viejos tiempos. Sin duda, varios de nosotros tratábamos  de convencerlo de que ya era un cadáver y que apestaba bastante. No nos hacía caso y con una desfachatez increíble se presentaba en cualquier lugar y a cualquier hora.
            Una noche lo acompañé de vuelta al panteón. Charlamos un buen rato Sobre todas aquellas experiencias que habíamos compartido cuando él aún vivía. Compramos unas cuantas cervezas y nos emborrachamos. Nos divertimos. Nos reímos. Gozamos. Lloramos. Al amanecer se despidió con una  sonrisa. Se acomodó en su ataúd y cerró la tapa. Nunca más volví a saber de él, porque esa madrugada morí atropellado y mi mujer…  mi mujer, decidió incinerarme.

Guillermo Arriaga
Retorno 201
Grupo Editorial Norma.

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lunes, 15 de marzo de 2010

ALGUIEN DISPUESTO A HACERLE DAÑO A MEXICO





CARTA ABIERTA A CARLOS SLIM.
Estimado Ingeniero: Le escribo este texto como ciudadana. Como consumidora. Como mexicana preocupada por el destino de mi país y por el papel que usted juega en su presente y en su futuro. He leído con detenimiento las palabras que pronunció en el Foro “Qué hacer para crecer” y he reflexionado sobre sus implicaciones. Su postura en torno a diversos temas me recordó aquella famosa frase atribuida al presidente de la compañía automotriz General Motors, quien dijo: “lo que es bueno para General Motors es bueno para Estados Unidos”. Y creo que usted piensa algo similar: lo que es bueno para Carlos Slim, para Telmex, para Telcel, para el Grupo Carso es bueno para México. Pero no es así. Usted se percibe como solución cuando se ha vuelto parte del problema; usted se percibe como estadista con la capacidad de diagnosticar los males del país cuando ha contribuido a producirlos; usted se ve como salvador indispensable cuando se ha convertido en bloqueador criticable. De allí las contradicciones, las lagunas y las distorsiones que plagaron su discurso y menciono las más notables.
 Usted dice que es necesario pasar de una sociedad urbana e industrial a una sociedad terciaria, de servicios, tecnológica, de conocimiento. Es cierto. Pero en México ese tránsito se vuelve difícil en la medida en la cual los costos de telecomunicaciones son tan altos, la telefonía es tan cara, la penetración de internet de banda ancha es tan baja. Eso es el resultado del predominio que usted y sus empresas tienen en el mercado. En pocas palabras, en el discurso propone algo que en la práctica se dedica a obstaculizar.
 Usted subraya el imperativo de fomentar la productividad y la competencia, pero a lo largo de los años se ha amparado en los tribunales ante esfuerzos regulatorios que buscan precisamente eso. Aplaude la competencia, pero siempre y cuando no se promueva en su sector.  Usted dice que no hay que preocuparse por el crecimiento del Producto Interno Bruto; que lo más importante es cuidar el empleo que personas como usted proveen. Pero es precisamente la falta de crecimiento económico lo que explica la baja generación de empleos en México desde hace años. Y la falta de crecimiento está directamente vinculada con la persistencia de prácticas anti-competitivas que personas como usted justifican.
 Usted manda el mensaje de que la inversión extranjera debe ser vista con temor, con ambivalencia. Dice que “las empresas modernas son los viejos ejércitos. Los ejércitos conquistaban territorios y cobraban tributos”. Dice que ojalá no entremos a una etapa de “Sell Mexico” a los inversionistas extranjeros y cabildea para que no se permita la inversión extranjera en telefonía fija. Pero al mismo tiempo, usted como inversionista extranjero en Estados Unidos acaba de invertir millones de dólares en The New York Times, en las tiendas Saks, en Citigroup. Desde su perspectiva incongruente, la inversión extranjera se vale y debe ser aplaudida cuando usted la encabeza en otro país, pero debe ser rechazada en México.
 Usted reitera que “necesitamos ser competitivos en esta sociedad del conocimiento y necesitamos competencia; estoy de acuerdo con la competencia”. Pero al mismo tiempo, en días recientes ha manifestado su abierta oposición a un esfuerzo por fomentarla, descalificando, por ejemplo, el Plan de Interconexión que busca una cancha más pareja de juego.  Usted dice que es indispensable impulsar a las pequeñas y medianas empresas, pero a la vez su empresa —Telmex — las somete a costos de telecomunicaciones que retrasan su crecimiento y expansión.
 Usted dice que la clase media se ha achicado, que “la gente no tiene ingreso”, que debe haber una mejor distribución del ingreso. El diagnóstico es correcto, pero sorprende la falta de entendimiento sobre cómo usted mismo contribuye a esa situación. El presidente de la Comisión Federal de Competencia lo explica con gran claridad: los consumidores gastan 40 por ciento más de los que deberían por la falta de competencia en sectores como las telecomunicaciones. Y el precio más alto lo pagan los pobres.
 Usted sugiere que las razones principales del rezago de México residen en el gobierno: la ineficiencia de la burocracia gubernamental, la corrupción, la infraestructura inadecuada, la falta de acceso al financiamiento, el crimen, los monopolios públicos. Sin duda todo ello contribuye a la falta de competitividad. Pero los monopolios privados como el suyo también lo hacen.
 Usted habla de la necesidad de “revisar un modelo económico impuesto como dogma ideológico” que ha producido crecimiento mediocre. Pero precisamente ese modelo —de insuficiencia regulatoria y colusión gubernamental— es el que le ha permitido a personas como usted acumular la fortuna que tiene hoy, valuada en 59 mil millones de dólares. Desde su punto de vista el modelo está mal, pero no hay que cambiarlo en cuanto a su forma particular de acumular riqueza.
La revisión puntual de sus palabras y de su actuación durante más de una década revela entonces un serio problema: hay una brecha entre la percepción que usted tiene de sí mismo y el impacto nocivo de su actuación; hay una contradicción entre lo que propone y cómo actúa; padece una miopía que lo lleva a ver la paja en el ojo ajeno e ignorar la viga en el propio.
Usted se ve como un gran hombre con grandes ideas que merecen ser escuchadas. Pero ese día ante los diputados, ante los senadores, ante la opinión pública usted no habló de las grandes inversiones que iba a hacer, de los fantásticos proyectos de infraestructura que iba a promover, del empleo que iba a crear, del compromiso social ante la crisis con el cual se iba a comprometer, de las características del nuevo modelo económico que prometería apoyar. En lugar de ello nos amenazó. Nos dijo —palabras más, palabras menos— que la situación económica se pondría peor y que ante ello nadie debía tocarlo, regularlo, cuestionarlo, obligarlo a competir. Y como al día siguiente el gobierno publicó el Plan de Interconexión telefónica que buscaría hacerlo, usted en respuesta anunció que Telmex recortaría sus planes de inversión. Se mostró de cuerpo entero como alguien dispuesto a hacerle daño a México si no consigue lo que quiere, cuando quiere. Tuvo la oportunidad de crecer y en lugar de ello se encogió.
Sin duda usted tiene derecho a promover sus intereses, pero el problema es que lo hace a costa del país. Tiene derecho a expresar sus ideas, pero dado su comportamiento, es difícil verlo como un actor altruista y desinteresado, que sólo busca el desarrollo de México. Usted sin duda posee un talento singular y loable: sabe cuándo, cómo y dónde invertir. Pero también despliega otra característica menos atractiva: sabe cuándo, cómo y dónde presionar y chantajear a los legisladores, a los reguladores, a los medios, a los jueces, a los periodistas, a la intelligentsia de izquierda, a los que se dejan guiar por un nacionalismo mal entendido y por ello aceptan la expoliación de un mexicano porque —por lo menos— no es extranjero.
 Probablemente usted va a descalificar esta carta de mil maneras, como descalifica las críticas de otros. Dirá que soy de las que envidia su fortuna, o tiene algún problema personal, o es una resentida. Pero no es así. Escribo con la molestia compartida por millones de mexicanos cansados de las cuentas exorbitantes que pagan; cansados de los contratos leoninos que firman; cansada de las rentas que transfieren; cansados de las empresas rapaces que padecen; cansada de los funcionarios que de vez en cuando critican a los monopolios pero hacen poco para desmantelarlos. Escribo con tristeza, con frustración, con la desilusión que produce presenciar la conducta de alguien que podría ser mejor. Que podría dedicarse a innovar en vez de bloquear. Que podría competir exitosamente pero prefiere ampararse constantemente. Que podría darle mucho de vuelta al país pero opta por seguirlo ordeñado. Que podría convertirse en el filántropo más influyente pero insiste en ser el plutócrata más insensible. John F. Kennedy decía que las grandes crisis producen grandes hombres. Lástima que en este momento crítico para México, usted se empeña en demostrarnos que no aspira a serlo.
Denisse Dresser. Nota completa en:


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SE LA SIRVIÓ EN BANDEJA EL PRESIDENTE CARLOS SALINAS




CARLOS SLIM. LIDERAZGO SIN COMPETENCIA.
(Fragmento)

Hasta los años ochenta, Slim no figuraba en el grupo de los empresarios más grandes de México, donde destacaban nombres como Azcárraga y Garza Sada. Le faltaba el pedigree de los poderosos. Un elevado número de compañías cerraron sus puertas o fueron puestas en venta en la llamada “década perdida” causada por la crisis de la deuda. La actividad económica quedó estancada y pasó de un crecimiento anual del PIB del orden del 6.7 por ciento en el período 1965 – 1980, al 1.8 por ciento en los ochenta.
            Muchos empresarios sacaron sus capitales del país. Y los especuladores aprovecharon la situación para llenar sus arcas. En este contexto, Slim mostró sagacidad y ambición a la hora de comprar empresas entre 1981 y 1986. Su “visión empresarial” lo colocó en una situación  óptima en diciembre de 1990 para marcar el mejor gol de su carrera y entrar en las grandes ligas. Se la sirvió en bandeja el presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), al dar luz verde a la privatización de la compañía estatal Teléfonos de México (Telmex) Salía a la  venta la joya de la corona  del sector paraestatal, que da empleo a 250 mil trabajadores y representa más del 40 por ciento de la capitalización total de la Bolsa de Valores de México.
            El monopolio estatal de las telecomunicaciones pedía a gritos inversiones para mejorar  su deficiente  infraestructura, y por consiguiente, la calidad del servicio. El terremoto de 1985 fue la demostración más palpable de esta realidad. El sistema de telecomunicaciones colapsó  y puso de relieve la imperiosa necesidad  de invertir en el sector. Al gobierno le sobraban argumentos para justificar una política de modernización, que tendría como eje central la privatización de Telmex. El anuncio se produjo en  septiembre de 1989. Un año después se modificó el título de concesión que exigía a la empresa un conjunto de obligaciones para impedir prácticas monopólicas o abusivas.
Hubo tres ofertas y una docena de grupos extranjeros interesados en la adquisición de Telmex. El grupo Carso acudió a la licitación junto a la francesa France Telecom y la estadounidense South Western Bell International Holding Co. Enfrente había rivales de la talla de Telefónica de España. Slim logró su objetivo, con la colaboración inestimable del presidente de la república, y se hizo con un paquete del 20.4 por ciento de Telmex que le permitió adjudicarse  el 51 por ciento de los votos de la asamblea de accionistas. El 20.4 por ciento  de las acciones se repartía de la siguiente manera: Grupo Carso se quedó con el 5.8 por ciento, Bell con el 5 por ciento y una opción de otro 5 por ciento, y France Telecom y un grupo de inversores mexicanos el 4.6 por ciento.
            Roberto Hernández, archirrival de Slim, maniobró durante años para comprar Telmex. Sabía que la compañía  necesitaba una fuerte inyección de dinero para mejorar el servicio y confiaba  en que tarde o temprano el gobierno acabaría  por abrir la puerta a la inversión privada. Cuando llegó el día y fue el empresario de origen libanés quien ganara la apuesta, Slim y Hernández se convirtieron en enemigos frontales. Hernández recibió como “premio de consolación” el primer banco del país, Banamex, que años más tarde vendería a Citibank en una sabrosa operación bajo la administración de Vicente Fox.

Jorge Zepeda Patterson
Los amos de México
Editorial Planeta Mexicana, S. A. de C. V.


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domingo, 14 de marzo de 2010

EL BANQUERO DE LOS POBRES




OTROS MUNDOS SON POSIBLES
(Fragmentos)
Se muere de muchas maneras, pero la muerte por inanición es la más inaceptable. Va tomando cuerpo con lentitud. Segundo tras segundo, el espacio entre la vida y al muerte se reduce inexorablemente. En un momento dado, la vida y la muerte están tan próximas que se tornan casi indistinguibles, y no se sabe si la madre y el hijo, postrados en el suelo, se encuentran todavía entre nosotros o ya se fueron al otro mundo. La muerte sucede a pasos tan sigilosos que ni siquiera la escuchamos arribar. Y todo esto por un puñado de alimentos. En los alrededores, el mundo come a placer, pero no ese hombre, no esa mujer. El bebé llora, y luego acaba por dormirse, sin la leche que necesita. Mañana, quizás, ya no tendrá fuerzas para gritar (p.18).
Yunus era entonces profesor de economía: “Comencé a cobrar conciencia de la vanidad de esa enseñanza. ¿Para qué servía, si la gente se moría de hambre en las calzadas y en los portales?” El campus de la Universidad de Chittagong donde era profesor estaba en la vecindad de la aldea de Jobra. Dice Yunus: “Decidí volver a ser estudiante. Jobra sería mi universidad; la gente de Jobra, mis profesores. Me sentía dominado por un sentimiento de impotencia ante el flujo creciente de hambrientos de Dhaka (la capital). No podría ayudar a mucha gente, pero sin duda podría ser útil por lo menos a uno de mis semejantes”. La primera conversación que relata es con una mujer, Sufia, que hacía taburetes con bambú proporcionado por un comerciante al que ella misma le entrega las piezas terminadas a cambio de una mísera ganancia. Yunus le pregunta si no puede pedir dinero prestado, comprar ella misma el bambú y vender los taburetes por su cuenta. Ella contesta que los prestamistas le exigirían muchísimo y cuenta que algunos cobran 10 por ciento de interés a la semana e incluso al día. Recuerdo en los años sesenta haber escuchado la descripción de los agiotistas de la merced que prestaban en la madrugada a los dueños de los puestos y regresaban al final del día a cobrar lo prestado más 10 por ciento. Comenta Yunus: “En Bangladesh los intereses usureros son moneda corriente. Se incorporaron de tal manera a los hábitos que ni siquiera el mismo prestamista advierte hasta qué punto el contrato es leonino” (p.22). Y añade en tono profético: “Toda sociedad tiene sus usureros. Mientras los pobres continúen al servicio de los prestamistas, ningún programa económico podrá revertir el proceso de alienación”. Lo que esta mujer ganaba era el equivalente a 2 centavos de dólar por una jornada de arduo trabajo. Dice Yunus que se quedó petrificado. Y de aquí derivó la sencilla idea de lo que sería el Grameen:
“De aquel estado de semiesclavitud Sufia no saldría jamás mientras no encontrara cinco takas (el costo del bambú). Su solución vendría con el crédito, que le posibilitaría revender sin compromisos sus productos en el mercado, obteniendo un margen bastante mejor entre los costos de los materiales y el precio de venta” (p.26).
Yunus le encargó a un estudiante, Maimuna, que hiciera una lista con toda la gente de Jobra que, como Sufia, se endeudaba con intermediarios y era así despojada del fruto de su trabajo. La lista resultó de 42 personas que habían pedido prestado, en conjunto, el equivalente a menos de 27 dólares entre todas. Dice Yunus: “¡Dios mío, tanta miseria en esas cuarenta y dos familias y todo porque les falta el equivalente de 27 dólares!” Añade:
“Desgraciadamente, no existía ninguna institución financiera que pudiera satisfacer las necesidades de los pobres en materia de crédito. El mercado del crédito, ante la ausencia de instituciones oficiales, estaba acaparado por los prestamistas locales, que arrastraban a sus clientes cada día más lejos en el camino de la pobreza. Esa gente no era pobre por estupidez o por pereza. Trabajaban el día entero, cumpliendo tareas físicas de gran complejidad. Eran pobres porque las estructuras financieras del país no tenían la vocación de ayudarlos a mejorar su suerte. Era un problema estructural y no un problema de personas. Le di a Maimuna los 27 dólares y le dije: ‘Préstales este dinero a las 42 personas de nuestra lista. Así podrán rembolsar a sus acreedores y vender sus productos donde les ofrezcan un buen precio’. La semana siguiente, de pronto, tomé conciencia de que no bastaba lo que había hecho. Se requería encontrar una solución institucional...” (pp. 27-28).
Había empezado el banco Grameen Bank en 1976, prestando 27 dólares. En 1997 había prestado 2 mil 300 millones de dólares. En 1993 Yunus fue invitado a hablar, por primera vez, al Banco Mundial (BM) en Washington y cuenta que ahí explicó por qué pensaba que “el crédito debería ser considerado uno de los derechos humanos y cómo puede desempeñar un papel estratégico en la supresión del hambre en el mundo”. Muestra sus desacuerdos de entonces con el BM y su espíritu enorme de independencia que, junto con su gran creatividad, son dos de sus rasgos fundamentales:
“Nosotros nunca quisimos ni aceptamos dinero del BM porque no nos gusta el modo en que ellos hacen sus negocios. Sus expertos y consultores terminan apoderándose de los proyectos que financian. No descansan hasta moldearlos a su modo. No aceptamos que nadie se inmiscuya en el sistema que hemos construido ni que nos dicte qué debemos hacer ni nos obligue a adecuarnos a sus puntos de vista” (p.30).
Julio Boltvinik

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