CARTA ABIERTA A FELIPE CALDERON
(Fragmento)
…Cuando apenas han pasado unos días de que 40 jóvenes mexicanos fueran barridos por las balas de sicarios del narco en Ciudad Juárez y Torreón, y la rabia y la indignación, que comparto, siguen vivas, quiero hacerle llegar mi más enérgica protesta por el modo en que usted, señor Calderón, conduce esta guerra y la doctrina en la que basa su estrategia.
Ser comandante en jefe demanda responsabilidades y tareas que usted no ha sabido cumplir. No puedo todavía creer el hecho de que, como si no pasara nada en México, demandara su atención, haya permanecido en Japón haciendo una visita de corte protocolario y, peor aún, que a pesar de haber regresado al país no hubiera volado de inmediato ni a Juárez ni a Torreón.
Los jefes militares que dirigen ejércitos en guerra —usted posó ante las cámaras con uniforme de campaña— deben hacerse presentes en las zonas de combate mas críticas y deben, sobre todo, hacer sentir a la población civil que están dispuestos a compartir los riesgos que implica vivir en la tierra de nadie. Un comandante que aspira a ganar la guerra alienta en el terreno a los combatientes, da la cara a los deudos y responde por las víctimas, estudia con los mandos las condiciones específicas de los escenarios de guerra más conflictivos y supervisa en corto la marcha de las operaciones.
No ha cumplido usted ninguna de las tareas esenciales de verdadero jefe militar. Del hombre que dirige un país que se despeña en el abismo. A punta de spots y declaraciones a la tv, por encendidas que éstas sean, no se ganan las guerras. Tampoco, por cierto, acudiendo al fácil expediente de, a larga distancia y sin investigación y proceso judicial de por medio, criminalizar a las víctimas.
Hay quien festeja que se pierda “la guerra de Calderón”. Yo no soy de esos. Ni voté por usted. Ni le reconozco —en la medida en que no jugaron limpio en los comicios presidenciales de 2006 ni su antecesor ni usted ni su partido, ni la iglesia y el dinero— como presidente. No puedo, sin embargo, menos que acompañar los esfuerzos del gobierno para impedir que el crimen organizado, al que Vicente Fox cedió terreno, se apodere del país. Por eso le escribo, porque creo que actuando como actúa se equivoca y la guerra la perderemos todos.
Además de su conducta como comandante me preocupa la doctrina sobre la que descansa su estrategia y en la que se permean, su actitud ante la masacre en Juárez y antes de eso la manipulación, por mandos militares, del cadáver de Arturo Beltrán Leyva, lo confirman, rasgos distintivos de los regímenes autoritarios a los que la intolerancia conduce a operar con un profundo desprecio a la vida…
Epigmenio Ibarra
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