
(Fragmento)
-Por ai anda un tipo que está de más.
El Cacarizo calla. Su rostro se conserva impávido. El comprende lo que quiere decir ese “está de más”. Otras veces don Rafa les dijo las mismas palabras. Fue cuando las fiebres le agarraron muy duro y don Rafa le dio para que fuera a curarse a Cuernavaca. De ahí vino el trato. En tres años, dos encargos.
La primera, don Rafa dio muchas vueltas para soltárselo. Las cosas salieron bien. Don Rafa es amigo del Presidente Municipal. Ni quien se metiera con él, ni averiguatas ni nada. La segunda, don Rafa se franqueó pronto. Un asunto de tierras. “Un tipo por ai está de más”. Se armó gran arguende, peo eso de la legítima defensa impuso el silencio
-¿Qué te parece si quitamos ese estorbo?
Don Rafa habla muy expresivamente: dándole un encorajinado puntapié a un pedazo de tronco. El Cacarizo observa cómo sale disparado el pedazo vegetal. Y entiende. Un trozo de árbol, entre la maleza, no es un estorbo. Las dificultades están al otro lado, entre los hombres. Entre esos hombres que son trozos de árbol atravesados en el camino y que sí estorban. Y cuando estorban, es que están de más o les tocó su hora. Y si don Rafa arroja el pedazo de tronco, él, el Cacarizo, sabe quitar los otros. Es su oficio. Cada quien pa lo que sirve, pa lo que jala. Unos deben tumbar cañas. A él le tocó, cuando hay por qué, tumbar hombres que están sobrando.
Además, de algo se muere uno. Y no para nada inventaron las pistolas. Y cuando se tumba a un hombre, como que se tumban cosas que hacen daño por dentro. Hay días largos y turbios en que todos están contra uno, como que lo andan persiguiendo fantasmas, como que lo acechan ojos que miran feo. Y uno no puede quedarse con el miedo, que va detrás, de puntillas, a querer dar alcance. Uno lo escucha y crece el odio. El odio de tener miedo, de sentirse aplastado, de creerse menos. Es entonces sedante desquite jalar el gatillo para que un hombre caiga y se quede quietecito. Tal vez con él se caiga el miedo. Es un minuto de paz. Y si el miedo vuelve a andar, alguien ha dado dinero porque aquel hombre se quede tirado.
Edmundo Valadés
La muerte tiene permiso