jueves, 28 de mayo de 2009

NUNCA TIENEN DUEÑO

EL VIRUS DEL MIEDO

Lo amaban, ni más ni menos,

y se sacaba cada mañana

las espinas del sueño.

Juraba y maldecía

y se enredaba en la alambrada

de la mansa rutina.


Vivía como tú o como yo.

Los viernes por la noche

iba a buscar a su amor.

Fumaba tranquilo,

planeaba la semana

y ella le arrancaba el cigarro

y lo besaba.

Y un día lo mordió el virus el miedo.

Entendió que las mujeres

nunca tienen dueño.

temió que ella marchase,

que se agotase el manantial

sin un por qué.

Venció el miedo y faltó a la última cita,

no descolgó el teléfono

que aullaba en la mesilla.

Y el temor a la derrota

lo agarrotó como un calambre,

sin un por qué.


Duro, intenso y precario...

Se enfrentaba cada día

al oleaje en el trabajo.

Y una mañana la cobardía

lo paralizó en la puerta

y no entró a la oficina.


Volvía a despertar

y empezaba el periódico

como tantos -por detrás.

Vio y sintió la noche

del planeta y su desastre,

tuvo miedo y decidió

no salir a la calle.


Y ahí lo tienes encerrado en casa,

temblando como un niño,

sellando las ventanas,

para no ver, ni escuchar,

sentir, notar la vida estallando fuera.

Por miedo a sentir miedo

fue a la cama,

como una oruga se escondió

y envuelto entre las mantas

se durmió,

hizo humo el sueño

y se olvidó del mundo

por miedo a despertar.

Aún sigue dormido.

Pasaron los inviernos

y aún sigue escondido,

esperando que tu abrazo

le inocule la vacuna

y elimine el virus del miedo

y su locura.

Ismael Serrano
CD “Naves ardiendo más allá de Orión”

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario